Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

PRÓXIMOS ACTOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA

Nueva Junta Junta Directiva del Ateneo de Córdoba

Marzo , 1a.quincena. Conferencia de JUAN ORTIZ VILLALBA. " LA MASONERÍA EN CÓRDOBA ". (Presenta José Luis García Clavero).
Jueves 11 de abril. Conferencia de DESIDERIO VAQUERIZO." LOS ORIGENES DE CÓRDOBA". (Presenta J.L.G.C).
Finales de abril, primera semana de mayo. Proyección del documental "MONTE HORQUERA" de FERNANDO PENCO, galardonado en diversos Festivales internacionales (Italia, India, Holanda etc,)
Lunes 11 de Mayo. Conferencia de MANUEL VACAS." LA GUERRA CIVIL EN EL NORTE DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.LAS BATALLAS DE POZOBLANCO Y PEÑARROYA- VALSEQUILLO". (Presenta Antonio BARRAGÁN).Todos los actos en la Sede del Ateneo.

CONVOCADOS LOS PREMIOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA
XI Premio de Relato Rafael Mir.
XXXIX Premio de Poesía Juan Bernier.
IX Premio Agustín Gómez de Flamenco Ateneo de Córdoba.

Fallo de las Fiambreras de Plata 2023, relación de homenajeados aquí.

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El día 6 de enero de mil novecientos noventa se anunciaba en los medios de comunicación cordobeses una noticia: “Una comisión… se ha encargado de iniciar los trámites para la creación del Ateneo de Córdoba”. Desde esa fecha hasta hoy, las realidades y las ficciones han ido pugnando en un idilio, de ansia y ruptura, de desencanto y gozo, de entusiasmo y naufragio. Ninguna idea madura puede alimentarse sólo de favorables augurios y logros anhelados. Para sazonarse es precisa la dosis justa de tragedia, el soplo desalmado de la desilusión renovadora. ¡Qué proyecto notable se cimenta sin el rito maniqueo de lo bueno y lo malo, de lo positivo y lo deleznable! No pretendemos asegurar que la realidad supera a los deseos. Estamos en camino, asaeteados por los detractores y animados por aquéllos que todavía siguen creyendo en el ser humano y sus conquistas. Podríamos hablar de satisfacción, de éxito, de vivencias inolvidables, pero las conclusiones –aunque se analicen- deben ser contrastadas con el silencio exterior, con el rumor ajeno, con los gritos foráneos. De todo ha habido y por todos sabemos hasta dónde alcanza nuestro aliento sencillo, expectante siempre y todavía a la sensibilidad de los que ejercen el poder y la gloria.
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{{Cita|El día [[6 de enero]] de [[1990|mil novecientos noventa]] se anunciaba en los medios de comunicación cordobeses una noticia: “Una comisión… se ha encargado de iniciar los trámites para la creación del Ateneo de Córdoba”. Desde esa fecha hasta hoy, las realidades y las ficciones han ido pugnando en un idilio, de ansia y ruptura, de desencanto y gozo, de entusiasmo y naufragio. Ninguna idea madura puede alimentarse sólo de favorables augurios y logros anhelados. Para sazonarse es precisa la dosis justa de tragedia, el soplo desalmado de la desilusión renovadora. ¡Qué proyecto notable se cimenta sin el rito maniqueo de lo bueno y lo malo, de lo positivo y lo deleznable! No pretendemos asegurar que la realidad supera a los deseos. Estamos en camino, asaeteados por los detractores y animados por aquéllos que todavía siguen creyendo en el ser humano y sus conquistas. Podríamos hablar de satisfacción, de éxito, de vivencias inolvidables, pero las conclusiones –aunque se analicen- deben ser contrastadas con el silencio exterior, con el rumor ajeno, con los gritos foráneos. De todo ha habido y por todos sabemos hasta dónde alcanza nuestro aliento sencillo, expectante siempre y todavía a la sensibilidad de los que ejercen el poder y la gloria.
  
 
No hemos pretendido en ningún momento aparentar lo que no somos, presumir de lo que no tenemos, vanagloriarnos con las metas superadas. No es esta la misión de unos hombres, cuya imaginación sobrepasa el raciocinio; cuya razón emula dignamente el denuedo de los héroes frente a la hostilidad de los dioses.
 
No hemos pretendido en ningún momento aparentar lo que no somos, presumir de lo que no tenemos, vanagloriarnos con las metas superadas. No es esta la misión de unos hombres, cuya imaginación sobrepasa el raciocinio; cuya razón emula dignamente el denuedo de los héroes frente a la hostilidad de los dioses.
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Nos duelen, porque como seres humanos somos proclives a la desilusión y el desaliento; pero, tras la tormenta y el marasmo, nos erguimos sabedores de que nuestro afán no ha de demolerse convertido en turbio polvo y gris ceniza; de que quedarán muchas sendas por recorrer y es pertinente conservar en los hombres la semilla feraz de la esperanza.
 
Nos duelen, porque como seres humanos somos proclives a la desilusión y el desaliento; pero, tras la tormenta y el marasmo, nos erguimos sabedores de que nuestro afán no ha de demolerse convertido en turbio polvo y gris ceniza; de que quedarán muchas sendas por recorrer y es pertinente conservar en los hombres la semilla feraz de la esperanza.
  
El [[Ateneo de Córdoba]] –entidad cultural-, asumiendo el concepto etimológico de su origen, pretende también demostrar sin irascibilidades al uso que el ser humano –porque sí, sin más estímulo o galardón que los de servir y donarse- es capaz de conciliar en un proyecto renovador, ajeno a vanidades, las más diversas tendencias, ideas, aptitudes y aspiraciones. Nuestra historia es la historia que sigue forjándose cada día, enérgica, interminable.
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El [[Ateneo de Córdoba]] –entidad cultural-, asumiendo el concepto etimológico de su origen, pretende también demostrar sin irascibilidades al uso que el ser humano –porque sí, sin más estímulo o galardón que los de servir y donarse- es capaz de conciliar en un proyecto renovador, ajeno a vanidades, las más diversas tendencias, ideas, aptitudes y aspiraciones. Nuestra historia es la historia que sigue forjándose cada día, enérgica, interminable.|[[Manuel Gahete Jurado]] (Portavoz del Ateneo de Córdoba)<br>[[Diario Córdoba]], ([[23 de mayo]] de [[1991]])}}
  
* [[Manuel Gahete Jurado]] (Portavoz del Ateneo de Córdoba)
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Revisión del 11:28 31 may 2010

El día 6 de enero de mil novecientos noventa se anunciaba en los medios de comunicación cordobeses una noticia: “Una comisión… se ha encargado de iniciar los trámites para la creación del Ateneo de Córdoba”. Desde esa fecha hasta hoy, las realidades y las ficciones han ido pugnando en un idilio, de ansia y ruptura, de desencanto y gozo, de entusiasmo y naufragio. Ninguna idea madura puede alimentarse sólo de favorables augurios y logros anhelados. Para sazonarse es precisa la dosis justa de tragedia, el soplo desalmado de la desilusión renovadora. ¡Qué proyecto notable se cimenta sin el rito maniqueo de lo bueno y lo malo, de lo positivo y lo deleznable! No pretendemos asegurar que la realidad supera a los deseos. Estamos en camino, asaeteados por los detractores y animados por aquéllos que todavía siguen creyendo en el ser humano y sus conquistas. Podríamos hablar de satisfacción, de éxito, de vivencias inolvidables, pero las conclusiones –aunque se analicen- deben ser contrastadas con el silencio exterior, con el rumor ajeno, con los gritos foráneos. De todo ha habido y por todos sabemos hasta dónde alcanza nuestro aliento sencillo, expectante siempre y todavía a la sensibilidad de los que ejercen el poder y la gloria.

No hemos pretendido en ningún momento aparentar lo que no somos, presumir de lo que no tenemos, vanagloriarnos con las metas superadas. No es esta la misión de unos hombres, cuya imaginación sobrepasa el raciocinio; cuya razón emula dignamente el denuedo de los héroes frente a la hostilidad de los dioses.

Sería prolijo, a pesar de las limitaciones, enumerar los objetivos alcanzados en este año largo de existencia. De casi todo se ha dado noticia en el periódico y la radio; de todo nos sentimos copartícipes y orgullosos, porque, casi sin recursos, nos hemos dejado en ello la vida y la palabra.

Vamos hacia delante con la cabeza alta, conscientes de la honradez que anima un solidario proyecto: el de cubrir los espacios culturales y sociales vacíos, cuya carencia va erosionando imperceptiblemente las raíces del humanismo.

Quizás la avidez altruista nos haya llevado a veces a la aspiración de metas inefables, casi imposibles, que el designio llevó a buen puerto; pero la presunción nunca ha nimbado nuestras cabezas con fatuas aureolas, sino nos ha movido la superación. Este carisma tampoco impone un perpetuo estado de gracia; queremos seguir sabiendo y anunciando que la labor callada alumbra con igual intensidad que el fulgurante esplendor esporádico de la magia. La labor pequeña mantiene viva la luz y la huella de la ardida esperanza.

No estamos solos, no podríamos defender éste o cualquier otro carácter de dignidad sin el apoyo evidente o tácito de los que nos secundan. No hemos caído en la pueril ingenuidad de creernos portadores autosuficientes de la verdad y la belleza. Nada más lejos de nuestras concepciones. Andamos sometidos a la especulación y la crítica –como todo hijo del pueblo que además se reconoce- , porque la terrible espada de Damocles pesa sobre nuestras cabezas y no es posible apartar ningún cáliz de nuestros labios, hendir de parte a parte la rapaz que devora las fibras más íntimas de un organismo vivo que se duele.

Nos mantenemos, sin embargo, incólumes frente a la manipulación y los intereses de los facinerosos –terrible dolor del que extraemos la energía necesaria-. Conocemos el significado de las palabras heridoras y no nos escandaliza el sermón de los avezados en lides destructivas, en deletéreas añagazas. Espectadores generosos del enconamiento habitamos un reino donde no tiene cabida la desolación o el desengaño. Nos estimula una raíz interior que siempre abre su regazo manso y nos permite la reconciliación balsámica y sincera. Avanzamos con lentitud y coraje. Cada día son más los que se solidarizan con un proyecto constructivo y fértil, a pesar de los arrecifes y los escollos.

Recompensa

Son muchas las horas vertidas sin más recompensa que el trabajo bien hecho; muchas horas cuya única remuneración se basa en la idea común de aprovechar de nuestro entorno la sabia derramada por la negligencia, la impasibilidad y la desidia.

Exigimos calidad, calidad humana, autenticidad y compromiso. Reprobamos todo intento de autocomplacencia o protagonismo, de estar por ver qué pasa, a ver qué me aprovecha, tales enseñas acaban por corromper los más nobles empeños; y no es necesario ahondar profundo en la historia para intuir sus resultados. Aléjense los arribistas y los soberbios, porque no hay cumbres que escalar, no hay títulos, no hay méritos. Hemos formulado las claves de un proyecto sin fronteras, cuyos límites radican sólo en la vanagloria y el cainismo. Es bastante lógico pensar que muchos no comprendan este sentir que no margina por cuestiones de clase social o dinero. Sólo somos especialmente escrupulosos en el trato, en el tacto, en la expresión de ideas y sentimientos. Nuestra mano amiga estará dispuesta para todo aquel que extienda la suya desde la solidaridad y el afecto, desde la paz y la armonía. Esta es la única misión que nos concita y nos impele; pero me reitero en lo dicho: la fatuidad es un vicio que aún no nos ha cegado. Sabemos de la envidia y el sarcasmo, de las puñaladas y el oropel de los desaprensivos que se venden por unas pocas monedas.

Nos duelen, porque como seres humanos somos proclives a la desilusión y el desaliento; pero, tras la tormenta y el marasmo, nos erguimos sabedores de que nuestro afán no ha de demolerse convertido en turbio polvo y gris ceniza; de que quedarán muchas sendas por recorrer y es pertinente conservar en los hombres la semilla feraz de la esperanza.

El Ateneo de Córdoba –entidad cultural-, asumiendo el concepto etimológico de su origen, pretende también demostrar sin irascibilidades al uso que el ser humano –porque sí, sin más estímulo o galardón que los de servir y donarse- es capaz de conciliar en un proyecto renovador, ajeno a vanidades, las más diversas tendencias, ideas, aptitudes y aspiraciones. Nuestra historia es la historia que sigue forjándose cada día, enérgica, interminable.
Manuel Gahete Jurado (Portavoz del Ateneo de Córdoba)
Diario Córdoba, (23 de mayo de 1991)