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La poética de Papi y Cahue regresa con “El Sueño”

De Ateneo de Córdoba
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La poética de Papi y Cahue regresa con "El Sueño" Las rúbricas de los poetas Papi y Cahue teñían de color rojo las fachadas de las casas cordobesas que servían de noticiario reivindicativo a finales de los setenta. Esa misma firma vuelve ahora con sus armas de la poesía y el flamenco, con la decidida apuesta de presentar la descarnada realidad, a través del actor Juan Carlos Villanueva, que junto al cantaor Antonio Muñoz El Toto y con la base de la guitarra de Rafael Trenas presentará su adaptación del monólogo El Sueño, de Papi y Cahue, en el Gran Teatro el próximo martes.

“El origen de esta propuesta escénica con flamenco fue La divisa, en el 1979, en el Teatro de la Axerquía, junto a otros actores”, explica el actor Juan Carlos Villanueva. “De esta obra surgió –añade- lo que fue Ensayo para un suicidio, en la que intervenía, como en todas, el cante de El Toto”.

Eran años aquellos de convulsión política, de añoranzas sociales en una Andalucía esperanzada por el porvenir de lo prometido quedó paralizada por un hecho puntual: “La muerte de Caparrós en Málaga, un cuatro de diciembre, en una de las primeras manifestaciones de identidad andaluza –recuerda Villanueva- fue acicate para que estas obras fueran tomando cuerpo, con un texto con alma flamenca. A partir de ahí fueron muchos los textos de Papi y Cahue que recogí y adapté, como Escoria y El Sueño”.

Provocaciones chabacanas y aplaudidas ante las que Villanueva, en El Sueño, hace un consentido guiño al reglamentado recital de cante. Sorpresa para el Gran Teatro. “Se va a tratar de una entrada brutal de un señor borracho que irrumpe en un recital de flamenco, en el que la gente está tomando su copa. Llega un señor que es un suicida, un borracho lúcido para pedir la palabra, para ser escuchado”.

Implicado en la formulación estética de la obra de Papi y Cahue, el cantaor cordobés El Toto ha tenido siempre la única baza de ser coherente consigo mismo, pese a quien le pese. Es la voz descarnada que amplifica la autenticidad ejemplarizada por Juan Carlos Villanueva. La voz en carne viva de El Toto aspirando idilios utópicos, a sabiendas de lo imposible del empeño.

“Siempre he sido muy ideológico, pero a mi manera -confiesa El Toto-. Las obras de Papi y Cahue, como esta de El Sueño, se parieron a mediados de los setenta cuando íbamos a Madrid, Santander, Bilbao y otras capitales, presentando la revista Tenemos un minuto de silencio y otro para disolvernos. Eran alternativas políticas, en la dictadura, pero con el flamenco de verdad siempre por delante”.

Proyectos escénicos de hace veinticinco años que renacen con una inusitada vitalidad, monólogos en los que el flamenco adquieren un protagonismo esencial.

“Con El Sueño se aprecia cómo el flamenco –comenta el cantaor El Toto- sigue vivo en un monólogo en el que participa todo el mundo, tanto el público como los que estamos haciendo la obra. Se trata de implicarnos con nuestra cultura flamenca, pero con otros lenguajes y problemáticas, dándole forma y sentido; independientemente que el desenlace sea trágico”.

La guitarra flamenca en este tipo de propuestas escénicas no es un bálsamo de melodías, sino conducto musical hacia el caos que representa una vida encaminada hacia el abismo. “Mi experiencia en los ensayos –apunta el guitarrista Rafael Trenas- ha sido totalmente diferente a lo que supone acompañar a un cantaor o una bailaora; se trata de otra historia. Tengo que estar pendiente de lo que suceda en el monólogo, estar totalmente implicado en el guion con una fuerza dramática tremenda y adaptarme a cualquier improvisación que surja”.

De nuevo la implicación de un flamenco textualizado y musicado, un flamenco que llega al tuétano de las sensaciones más íntimas, en esta ocasión puestas al descubierto por un alcohólico con la lucidez precisa para ser epicentro emocional, que en la voz de Villanueva encuentra la réplica agónica de la voz de El Toto y la guitarra de Rafael Trenas. En definitiva, El Sueño.