- Los Muertos no se cansan
- Los muertos no se cansan,
- sólo escuchan
- Ellos tan sólo poseen
- una nostálgica barba de plata
- y una frenética ventanilla
- donde asomarse.
- Los muertos nos se cansan,
- sólo escuchan.
- Sólo dormitan a la sombra de lo frío,
- ellos no ven ya nada podrido.
- Dicen tan sólo lo que han visto.
- Los muertos no tienen
- el cuerpo perseguido.
- Ni pantanos que se hundan
- bajo sus pies de tilo,
- no tienen que andar más...
- ya acabaron el camino.
- Flores rotas de luna,
- adormecidos espejos,
- ¿qué son? ¿qué fueron?
De “La Tregua del Barro”
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- Lecho Infinito
- Buscarás algún día
- ese lecho infinito
- que ahora desdeñas.
- ¿A qué llorar entonces
- por aquello que aún no vino?
- Siéntate. ¿Sabes quién tiene tus alas?
- El agua, ¿quizá?
- ¿Quizá la tierra?
- Llora entonces por aquello que no desdeñas.
- Que el no desearlo
- te hace ser a veces lágrima.
- Colina inmensa de lluvia.
- Te buscará la carne seca,
- la roca viajera.
- Y el amor de una calle estrecha,
- posiblemente ramera.
- Sostén entonces en ti
- aquel cuerpo que se reduce
- a la languidez de la sombra.
- Corta su labio, besa su azul,
- su no deseo
- y desdeña a ciencia cierta.
- Coge y aprieta tu sueño. Hazlo materia.
- Bébete una rosa, cómete las manos de ella.
- ¡Oh sí, radiante búsqueda!
- En ella.
- De “La Tregua del Barro”
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- Rota
- Es una guerra de sangres
- articulada en este pan de vida.
- Hecha clavel a fuerza y barro,
- Hecha hiel que florece
- y pugna en el fondo del nervio.
- Una guerra de sangres, eléctrica guerra
- de hilos escarlatas, de trigo transparente.
- El racimo de este cuerpo cortado
- como paloma de dos corazones.
- Una guerra de sangres
- que socava el edificio de mi hueso,
- que hiende mis columnas fecundadas
- en un ámbito derrumbado.
- Rota por momentos, reunida en un escombro.
- Rota color cobre, desposeída de madera,
- sacudida de una tormenta
- como utensilio de mina enamorada.
- Rota por momentos
- en la rota rueda de la lágrima.
- Es una guerra de sangres,
- una destrucción de efluvios estacionales,
- una arropada fiebre en camas sin aliento.
- Rota por momentos, color roto de viento.
- En la cima voluble de la intemperie,
- visible moribunda de esa púrpura corriente.
- Rota en una guerra de sangres,
- fresca arruga de las piedras, en una sílaba de miseria,
- con la sal dispuesta a visitarme.
- Rota natural,
- rota simplemente sobre el lecho de su aire.
- De “La Tregua del Barro”
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- Dos Cuerpos
- Dos vértices eurítmicos en percepción.
- Dardos tibios que se escurren como resina
- en el desafío del silencio masticado.
- Alfaguaras inagotables evadiéndose de su huesos,
- recobrándose en mutismos blancos
- de medusas y vientres,
- espíritus fluviales en el laberinto de la carne,
- dos éxtasis conciliados de alas.
- Antes, la cercanía de cada flaqueza, vedada.
- Ahora, un tragaluz de gestos en celaje,
- besos adheridos como empetros
- en dos caderas de música núbil.
- Crecer agotados sobre la piel,
- héroes desangrados en un sudor,
- horriblemente mediocres
- sobre la convivencia.
- De “Niebla”
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- La Luna de Sombra
- La luna gemela de mi iris
- toca una ingle de polvo y abre toda….
- ¡cenicienta de gestos! su sexo geométrico
- anegado por un misterio de grama.
- Un urgente alabastro en desafecto me cohabita.
- Haz de sal que oscila en la utopía de los cerebros.
- La mudez, pestaña entrecortada
- constata que aún tras los visillos
- testigos alisados en sus senos conjugan su carne….
- Onda que fulges, viajadora sobre la cuchilla
- de un beso invasor.
- ¿Beso? Tristísimo escarabajo
- buscando una boca para hacerse brizna.
- Aire inviolable que hizo de la sangre
- un ala mutilada.
- Casi quiero tus muslos flotantes,
- vegetales eclipses de esta oscuridad.
- Ya sabes que no pertenezco a la aurora
- y a su feliz leche de mejilla y eco.
- Yo soy tuya impiadosa devoradora,
- hasta arrastrarme a tus pechos sin espejo
- que limitan fugaces este esqueleto mío
- cerrado como un rumor estéril,
- que tiene su avidez en una herida.
- Igual que un insecto ritual
- que con un cíclope corazón
- excita tu vértebra y la ama, sólo la ama.
- Hembra de celo en su genealogía de embeleso,
- en su circuito celular de mortaja pura.
- De “Niebla”
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