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Escultura gótica

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La escultura gótica es el estilo escultórico que corresponde al periodo gótico del arte occidental, y por tanto se extiende desde finales del siglo XII a comienzos del siglo XV por la Europa Occidental cristiana.

Caracterización

La dependencia de la escultura gótica frente al soporte arquitectónico continúa siendo muy importante, como en el periodo románico, aunque se producen algunos cambios: los capiteles dejan de ser un espacio preferente para los relieves; las arquivoltas de los pórticos pasan de ser decoradas en sentido radial para serlo en el sentido de los arcos (ahora apuntados); el altar mayor pasa a acoger retablos cada vez más complejos, que pueden ser pictóricos o escultóricos (habitualmente de madera policromada, no hay que olvidar que la policromía acompañaba también a la escultura en piedra). Las esculturas de bulto redondo empiezan a independizarse de las paredes y a hacerse cada vez más autónomas. Las adosadas a las columnas y parteluces se hacen más esbeltas y dinámicas. Se considera a las del pórtico oeste (el llamado real) de la catedral de Chartres (hacia 1145) el ejemplo más temprano del gótico, y significaron una revolución en el estilo y un modelo para generaciones de escultores, que parecen provenir de la región de Borgoña.

La expresividad cambia, haciéndose menos hierática y más expresiva, reflejando sentimientos (dolor, ternura, simpatía), acentuando la tendencia del último románico (por ejemplo el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela), y en coincidencia con una nueva mentalidad, más urbana y próxima a los conceptos filosóficos de hombre y naturaleza en la filosofía escolástica y la renovación de la espiritualidad (herejías medievales, San Francisco de Asís). En concreto la representación de las distintas escenas de la vida de Cristo se hacen desde una perspectiva más humana, con el fin de acercarlo a la experiencia vital de cada fiel: desde el Nacimiento hasta la Crucifixión. La representación de la Virgen María, sola o con el niño (como Madre de Dios o Theotokos), suele hacerse más femenina y maternal, mientras que en el románico solía reducirse a un mero trono donde Cristo se sienta para gobernar al mundo.

Todo lo anterior podría decirse igualmente de la pintura de su época (ambas artes plásticas son en gran medida coincidentes, en ambos casos limitados al arte figurativo). En cuanto a la temática de ambas, sigue siendo casi exclusivamente religiosa, aunque es posible encontrar algunas manifestaciones que no lo son del todo, como retratos, paisajes... a diferencia del románico, en que el monopolio de la temática religiosa es aún más claro. En Alemania aparecerá por primera vez desde la Antigüedad clásica una escultura ecuestre de bulto redondo, el Jinete o Caballero de Bamberg (1240, catedral de Bamberg).

En cambio, el arte cisterciense, una de las corrientes espirituales y estéticas que representan la esencia del gótico inicial (basada en las ideas de Bernardo de Claraval), es un movimiento casi iconoclasta, pues rechaza la utilización de esculturas y pinturas en los monasterios (aunque las justificaba en las parroquias)

El final de la escultura gótica

El fin de la escultura gótica se puede localizar con precisión con el surgimiento del Renacimiento en la Italia de comienzos del siglo XV, con la famosa competencia por el encargo de las puertas del baptisterio de la Catedral de Florencia. No obstante, la escultura italiana del periodo gótico, de la que es destacada muestra Nicola Pisano, fue la más clasicista de toda Europa (como también lo había sido el románico italiano).

En otros países europeos, como es el caso de los reinos cristianos españoles, la pervivencia del estilo gótico es mayor, como puede comprobarse al comparar dos ejemplos de escultura funeraria: el famoso Doncel de la Catedral de Sigüenza (aún gótico) y el sepulcro de los Reyes Católicos en la Catedral de Granada (ya renacentista). Incluso hasta el comienzo del siglo XVI puede considerarse gótico el estilo proveniente del norte de Europa (Alemania y Flandes) de las sillerías del coro de las catedrales de Ciudad Rodrigo, de Toledo y Nueva de Plasencia, debidas a Rodrigo Alemán.

Es característico que el gótico de la Corona de Aragón (Jaime Cascalls, Pere Johan, Guillem Sagrera), que en los primeros siglos estuvo más vinculado a Italia, rompa estos contactos para decantarse por Flandes, como era más tradicional en la de Castilla, en la que triunfaban escultores del norte de Europa (Lorenzo Mercadante, Alejo de Vahía, Gil de Siloé o Felipe Bigarny). Un lugar destacado ocupó la familia Egas o Cueman, en torno a la que se formó localmente el denominado "grupo Torrijos", artífice de la transición del gótico al renacimiento en el centro peninsular, al que pertenecieron Juan Guas, Alonso de Covarrubias y Sebastián de Almonacid, responsable quizá del Doncel de la catedral de Sigüenza (o alguien vinculado a su taller de Guadalajara). Vasco de la Zarza, discípulo de Domenico Fancelli (el autor del sepulcro de los Reyes Católicos), ya puede considerarse plenamente renacentista. En el reino de Navarra destacó Janin Lomme de Tournai.

Otro escultor que alcanzó gran fama fue el flamenco Claus Sluter (finales del siglo XIV).

Véase también

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