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Pero la telegrafía óptica sería desplazada por la introducción de postes y conductores para uso telegráfico por parte del Gobierno, según obligaban la ley de 22 de abril de 1855 y la Ley General de Ferrocarriles a las empresas constructoras de la red ferroviaria, pues la expansión del ferrocarril llevó aparejada también la del telégrafo por cable. Al aplicarse la electricidad a la telegrafía se ganaría eficacia, aunque el nuevo sistema llegase a España con retraso ([[Samuel Morse|Morse]] había transmitido su primer mensaje, entre Washington y Baltimore, en 1844). Gracias al nuevo invento, como afirmaba Martínez Alcubilla en su Diccionario de la Administración Española (1894), "las distancias se han acortado, las relaciones de todas clases se estrechan y los gobiernos han adquirido un poderoso medio para sostener el orden público y atender a las demás necesidades de la administración con más celeridad que antes, teniendo además de poderoso auxiliar de este agente maravilloso a los ferrocarriles". No obstante, el primer ferrocarril de la historia de [[Córdoba]] llegaría en la primavera de [[1859]], por lo que hasta ese año o después no debió de llegar el telégrafo eléctrico a Córdoba y, por tanto, cabe pensar que las torres repetidoras de telegrafía óptica seguirían funcionando, debiendo de suceder lo mismo en el resto del país. De hecho, la primera línea de telégrafos por señales de la que se tiene noticia en España fue abierta en 1848 para cubrir Madrid, Aranjuez y La Granja, justo el mismo año en que se inauguraba el primer ferrocarril español entre Barcelona y Mataró.
 
Pero la telegrafía óptica sería desplazada por la introducción de postes y conductores para uso telegráfico por parte del Gobierno, según obligaban la ley de 22 de abril de 1855 y la Ley General de Ferrocarriles a las empresas constructoras de la red ferroviaria, pues la expansión del ferrocarril llevó aparejada también la del telégrafo por cable. Al aplicarse la electricidad a la telegrafía se ganaría eficacia, aunque el nuevo sistema llegase a España con retraso ([[Samuel Morse|Morse]] había transmitido su primer mensaje, entre Washington y Baltimore, en 1844). Gracias al nuevo invento, como afirmaba Martínez Alcubilla en su Diccionario de la Administración Española (1894), "las distancias se han acortado, las relaciones de todas clases se estrechan y los gobiernos han adquirido un poderoso medio para sostener el orden público y atender a las demás necesidades de la administración con más celeridad que antes, teniendo además de poderoso auxiliar de este agente maravilloso a los ferrocarriles". No obstante, el primer ferrocarril de la historia de [[Córdoba]] llegaría en la primavera de [[1859]], por lo que hasta ese año o después no debió de llegar el telégrafo eléctrico a Córdoba y, por tanto, cabe pensar que las torres repetidoras de telegrafía óptica seguirían funcionando, debiendo de suceder lo mismo en el resto del país. De hecho, la primera línea de telégrafos por señales de la que se tiene noticia en España fue abierta en 1848 para cubrir Madrid, Aranjuez y La Granja, justo el mismo año en que se inauguraba el primer ferrocarril español entre Barcelona y Mataró.
  
De las tres rutas radiales con que contó la telegrafía óptica en España durante su corta vida, Madrid-Irún, Madrid-La Junquera y Madrid-Cádiz, con unas doscientas torres repetidoras en todo el territorio nacional, la última atravesaba la provincia de Córdoba. Junto a la Torre Juncá de Villafranca y la Torre del Chancillarejo (Córdoba) había otras torres que surcaban la provincia cordobesa, como la Torre del Palo, a 3 km. del barrio cordobés del [[Campo de La Verdad]], o las de Villafranquilla y Malpartida, cerca de [[Guadalcázar]], todas desaparecidas.
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De las tres rutas radiales con que contó la telegrafía óptica en España durante su corta vida, Madrid-Irún, Madrid-La Junquera y Madrid-Cádiz, con unas doscientas torres repetidoras en todo el territorio nacional, la última atravesaba la provincia de Córdoba. Junto a la Torre Juncá de Villafranca y la Torre del Chancillarejo (Córdoba) había otras torres que surcaban la provincia cordobesa, como la Torre del Palo, a 3 km. del barrio cordobés del Campo de la Verdad, o las de Villafranquilla y Malpartida, cerca de [[Guadalcázar]], todas desaparecidas.
  
 
==Información Documental==
 
==Información Documental==
 
Archivo de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de Córdoba. Antonio Martínez Castro, Inventario de fortificaciones del medio rural. Sur de Córdoba.Volúmen I, 2005.
 
Archivo de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de Córdoba. Antonio Martínez Castro, Inventario de fortificaciones del medio rural. Sur de Córdoba.Volúmen I, 2005.
  
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Revisión actual del 18:41 25 mar 2014

Descripción

Esta torre se asienta en una importante elevación junto al Camino de la Horca entre Villafranca de Córdoba y El Carpio, con el fin de poder realizar sus funciones de comunicación visual con las torres vecinas de una manera más óptima. Se inserta en un circuito o línea de torres telegráficas que conectaba Madrid con Cádiz.

Esta torre es similar a la conservada en el cortijo de El Chancillarejo (término municipal de Córdoba). Se trata de una torre de tres plantas construida con ladrillos unidos por medio de mortero o cemento hecho de cal y arena. Al exterior, la construcción va revestida de cemento. La planta de la torre es cuadrada, con 5'80 metros de lado, siendo la mitad del edificio un módulo completamente cúbico. Sin embargo, de la mitad hacia abajo se estructura en tres partes desiguales y claramente diferenciadas. En primer lugar, comenzando por la parte inferior, la torre posee un anillo a modo de falsa base de aproximadamente 1'50 metros de altura, que hace a la torre tener una planta más grande en esta zona que en el resto de la edificación. Tras ese módulo, las paredes de la torre comienzan a tomar dirección inclinada hacia otro módulo que también sobresale de la planta pero que es mucho menos alto que la base, ya que está formado sólo por cuatro hiladas de ladrillos que miden un total aproximado de unos 30 centímetros. Finalmente, sobre él, sin solución de continuidad, existe un último módulo formado por diez hiladas de ladrillos y que sobresale de la planta de la torre menos que el anterior, aunque tiene una mayor altura (unos 85 centímetros). Finalmente, es de destacar que la torre va coronada por un vuelo, también saliente con respecto a la planta, formado por tres hiladas de ladrillos que sobresalen consecutivamente de más a menos desde arriba hacia abajo. El vuelo se corona por un pequeño módulo de cinco hiladas de ladrillos provisto de merlones "también de ladrillo- en los lados, aunque sólo se conserva uno en la fachada (cara sur) y otro en la cara oeste.

Respecto a vanos, la torre posee una ventana en cada planta de los lados norte y sur (fachada), aunque es posible que algunas de estas ventanas sean de ejecución reciente. También se observan ventanucos más pequeños, estrechos y alargados, en la planta baja, junto a la ventana central.

Datos Históricos

La Torre Juncá es una torre de almenara perteneciente a la era industrial, concretamente una torre telegráfica. Así lo evidencian los materiales empleados en su construcción (ladrillos modernos, hierro, cemento,...) y la forma de la torre, similar a la del Chancillarejo (Córdoba) o a la de La Monclova (La Luisiana, Sevilla). Se trataría de una torre repetidora de telegrafía óptica, es decir, de señales visuales transmitidas a distancia, construida teóricamente entre 1846 y 1855, ya que el telégrafo óptico se adoptó definitivamente en España en la primera fecha. Aunque una Real Orden de Carlos IV (1788-1808) había permitido construir la primera línea de telegrafía óptica española -que entró en funcionamiento en agosto del año 1800- (donde tuvo un gran protagonismo la figura de Agustín de Betancourt, 1754-1824, ingeniero tinerfeño que mejoró el telégrafo óptico inventado por el francés Claude Chappe), la crisis y las guerras paralizaron la construcción de nuevas líneas. Habrá que esperar hasta 1844, cuando se encargue a José María Mathé, coronel de Estado Mayor, la instalación de la línea de Castilla para unir Madrid con la frontera francesa. Mathé instaló en sus torres un nuevo telégrafo, ideado por él, que constaba de un bastidor con tres franjas negras alternadas con franjas blancas, en cuyo extremo se movía verticalmente una pieza llamada indicador capaz de adoptar doce posiciones diferentes respecto a las franjas. La utilidad de su sistema resultó pronto manifiesta, de manera que, desde que en 1846 entró en funcionamiento, se levantaron numerosas torres en nuevas líneas. Diez años después, la red española era tan densa como la francesa, inaugurada algunos años antes.

Pero la telegrafía óptica sería desplazada por la introducción de postes y conductores para uso telegráfico por parte del Gobierno, según obligaban la ley de 22 de abril de 1855 y la Ley General de Ferrocarriles a las empresas constructoras de la red ferroviaria, pues la expansión del ferrocarril llevó aparejada también la del telégrafo por cable. Al aplicarse la electricidad a la telegrafía se ganaría eficacia, aunque el nuevo sistema llegase a España con retraso (Morse había transmitido su primer mensaje, entre Washington y Baltimore, en 1844). Gracias al nuevo invento, como afirmaba Martínez Alcubilla en su Diccionario de la Administración Española (1894), "las distancias se han acortado, las relaciones de todas clases se estrechan y los gobiernos han adquirido un poderoso medio para sostener el orden público y atender a las demás necesidades de la administración con más celeridad que antes, teniendo además de poderoso auxiliar de este agente maravilloso a los ferrocarriles". No obstante, el primer ferrocarril de la historia de Córdoba llegaría en la primavera de 1859, por lo que hasta ese año o después no debió de llegar el telégrafo eléctrico a Córdoba y, por tanto, cabe pensar que las torres repetidoras de telegrafía óptica seguirían funcionando, debiendo de suceder lo mismo en el resto del país. De hecho, la primera línea de telégrafos por señales de la que se tiene noticia en España fue abierta en 1848 para cubrir Madrid, Aranjuez y La Granja, justo el mismo año en que se inauguraba el primer ferrocarril español entre Barcelona y Mataró.

De las tres rutas radiales con que contó la telegrafía óptica en España durante su corta vida, Madrid-Irún, Madrid-La Junquera y Madrid-Cádiz, con unas doscientas torres repetidoras en todo el territorio nacional, la última atravesaba la provincia de Córdoba. Junto a la Torre Juncá de Villafranca y la Torre del Chancillarejo (Córdoba) había otras torres que surcaban la provincia cordobesa, como la Torre del Palo, a 3 km. del barrio cordobés del Campo de la Verdad, o las de Villafranquilla y Malpartida, cerca de Guadalcázar, todas desaparecidas.

Información Documental

Archivo de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de Córdoba. Antonio Martínez Castro, Inventario de fortificaciones del medio rural. Sur de Córdoba.Volúmen I, 2005.