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Juan Martínez Montañés

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Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568 - Sevilla, 18 de junio de 1649) fue un escultor español que trabajó entre la escultura del Renacimiento y la del barroco. Se formó en Granada con Pablo de Rojas y completó su educación en Sevilla, donde se estableció para el resto de su vida, convirtiéndose en el máximo exponente de la escuela sevillana de imaginería. Prácticamente toda su obra fue de tema religioso, menos dos estátuas orantes y el retrato de Felipe IV. Recibió y realizó encargos para diversas ciudades del continente americano. En su tiempo fue conocido como el «Lisipo andaluz» y también como el «Dios de la madera» por la gran facilidad y maestría que tenía al trabajar con dicho material.

Biografía

Nacimiento en Alcalá

Nació en la ciudad jienense de Alcalá la Real, siendo bautizado en la Iglesia parroquial de Santo Domingo de Silos, el 16 de marzo de 1568. Sus padres fueron Juan Martínez, de oficio bordador y conocido con el sobrenombre de "Montañés", y su madre Marta González. El matrimonio tuvo seis hijos de los cuales Juan era el único varón. Mantuvo una profunda relación con las dos únicas de sus hermanas que llegaron a la edad adulta. La menor de ellas, Thomasina, fallecida en 1619, convivió con el escultor, hasta su muerte, su pérdida impulsó una época de decaimiento anímico de Montañés. En Alcalá conoció probablemente al que sería posteriormente su mentor, Pablo de Rojas, casi veinte años mayor que él.

Granada

En 1579 se trasladó junto con su família a Granada, donde, con unos doce años, comenzó su formación escultórica, en el taller de su paisano Pablo de Rojas, al que a lo largo de su vida reconocería como su maestro y del que se nota su influencia en las esculturas de crucificados. Allí trató también con otros artistas como los hermanos García (Francisco y Miguel Jerónimo). El aprendizaje en esta ciudad sería corto, por cuanto en 1582 se encontraba ya en Sevilla.

Sevilla

Detalle de la cabeza del Cristo de la Clemencia

Terminado el periodo de aprendizaje con Rojas, se traslada a Sevilla, a donde lo seguiría toda su familia. Allí estaban asentados ya varios artistas originarios de Alcalá, como Gaspar de Rages o Raxis, sobrino de Rojas. En esta ciudad comenzó a trabajar en un taller de escultura, que se cree pudo ser el de Gaspar Núñez Delgado. Se inscribió en la «Hermandad del Dulce Nombre», donde consta que donó una imagen mariana, aunque no dice que fuera de su autoría.

Los primeros datos de su estancia en Sevilla corresponden a junio de 1587, cuando contrajo matrimonio con Ana de Villegas, hija del ensamblador Juan Izquierdo, en la iglesia parroquial de San Vicente. De este matrimonio nacerían cinco hijos: Mariana (monja dominica), Bernardino (monje franciscano), José (prebístero), Rodrigo y Catalina. El 1 de diciembre de 1588 compareció ante un tribunal examinador, compuesto por Gaspar de Águila y Miguel de Adán, para acreditar su suficiencia en la escultura y el diseño de retablos. En presencia del tribunal esculpió una figura vestida y otra desnuda, y realizó también el alzado de un retablo, siendo declarado "hábil y suficiente para ejercer dichos oficios y abrir tienda pública".

Se estableció en la colación de la Magdalena, viviendo en la calle de la Muela; allí moriría, en 1613 su esposa Ana, que fue enterrada el 28 de agosto en una sepultura que poseía el matrimonio en el convento de San Pablo de Sevilla. Montañés contrajo nuevamente matrimonio el 28 de abril de 1614 con Catalina de Salcedo y Sandoval, hija del pintor Diego de Salcedo y nieta del escultor Miguel de Adán, con la que tendría siete hijos: Fernando, Mariana, Francisco, Ana Micaela, José Ignacio, Teresa y Hermenegildo. En el mes de agosto de 1591 fue encarcelado por sospecharse su implicación en el asesinato de un tal Luis Sánchez, permaneciendo en la cárcel dos años, hasta que la viuda le perdonó previa entrega de cien ducados. El documento del pleito se guarda en el Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla.

En el año 1629 enfermó, debiendo permanecer en cama durante cinco meses, cosa que le obligó a no poder trabajar en el retablo de la catedral, y que provocó que mantuviese un pleito por demora e incumplimkiento del contrato. En 1635 viajó a Madrid, donde había sido contratado para moldear en barro el busto del rey Felipe IV, que junto con el retrato ecuestre de Velázquez debían servir como modelo para una estatua ecuestre que iba a realizar el italiano Pietro Tacca. Esta estatua se encuentra actualmente en la plaza de Oriente de Madrid. El éxito que obtuvo con este busto fue muy importante y desde entonces fue conocdo como el «Lisipo andaluz», alias que le dió el poeta Gabriel de Bocángel y Unzueta al nombrarlo así en un soneto dedicado al escultor.

En la capital pasó seis meses para la elaboración del trabajo. Durante su estancia fue retratado por Velázquez (Retrato de Juan Martínez Montañés), obra expuesta en el Museo del Prado. El escultor ya conocía a Velázquez de su etapa sevillana como aprendiz en el taller de Francisco Pacheco. Se conserva otro retrato del escultor, propiedad del Ayuntamiento de Sevilla, en la actualidad expuesto en el Hospital de los Venerables, pintado por Francisco Varela, en el que se le representa esculpiendo el San Jerónimo de Santiponce. Para José Hernández Díaz, uno de los máximos especialistas en Montañés, era un temperamento cicloide, proclive a reacciones violentas y a crisis depresivas. Finalmente fue retratado por Francisco Pacheco para su obra Libro de descripción de verdaderos retratos, realizado en los últimos años de Martínez Montañés.

Falleció en Sevilla, a los 81 años, víctima de la Epidemia de Peste de 1649 que asoló Sevilla y en la que murió casi el cincuenta por ciento de la población de la ciudad, siendo enterrado en la antigua parroquia de la Magdalena. Catalina de Salcedo, su viuda, declaró en un documento dekl año 1655:

... mi marido quiso ser enterrado en el convento de San Pablo, en la sepultura que allí tenemos, y por haber muerto el año 1649, en el rigor de la peste, el sudicho me pidió que fuese sepultado, como lo está, en la iglesia parroquial de la Magdalena de esta ciudad...

Con motivo de la desamortización española del siglo XIX la parroquia de la Magdalena fue demolida y se perdieron sus restos.

Vida religosa

La vida de Martínez Montañés en Sevilla fue una vida ordenada, profundamente religiosa, como había sido desde su infancia y que se cultivó durante su estancia en Sevilla, con un conocimiento más profundo de la Biblia y de textos de Teresa de Jesús, Fray Luis de Granada y San Juan de la Cruz. En consonancia con su religiosidad, varios de sus hijos profesaron órdenes religiosas. Perteneció a una agrupación religiosa llamada "Congregación de la Granada", que defendía ardientemente la concepción inmaculada de la Virgen María, lo que le provocó un problema con la Santa Inquisición en 1624, cuando la Inquisición secuestró y confiscó el archivo de la citada congregación y los documentos de muchos de sus miembros. Parece que relacionado con el seguimiento del que era objeto la congregación, en diciembre de 1620 solicitó que se hiciera información para acreditar su limpieza de sangre.

Vida cultural

La formación y vidal cultural humanística acostumbraban a ir unidas en aquella época, de manera que los talleres de aprendizaje eran lugares donde el maestro disponía de una buena librería especializada de la cual el aprendiz podía disponer. Por otro lado, era conveniente, y así se hacía, que asistiesen los aprendices a las reuniones de los artistas que se producían en los propios talleres de trabajo. En Sevilla se organziaban tertulias en la universidad, academias y en la Casa de Pilatos que además poseía una buena biblioteca, y en ellas debió de acudir Montañés. En las de la academia del pintor Pacheco, debió de conocer a Velázquez y Alonso Cano —entonces ambos discípulos de Pacheco—; asistían además Andrés García de Céspedes, Vicente Espinel, Francisco de Salinas y diversos teólogos, filósofos, escultores y pintores.

Colaboró en 1598 con Miguel de Cervantes, cuando se realizó el túmulo de Felipe II, con motivo de la defunción del rey y por orden del capítulo catedralicio. En esta obra intervinieron, además, una gran parte de artistas sevillanos. A Montañés se le encargaron diecinueve esculturas de gran medida y a Cervantes un escrito para leer delante del túmulo, un soneto titulado: Al túmulo del rey Felipe II, en tono satírico, que fue muy comentado entre el círculo cultural de Sevilla.

Estilo y obra

Según se ha expuesto anteriormente, inició su aprendizaje en Granada, con el imaginero Pablo de Rojas. Durante los primeros años que vivió en Sevilla, recibió influencias de Jerónimo Hernández y sus discípulos Gaspar Núñez Delgado y Andrés de Ocampo. Aunque existen referencias de que en su fase inicial trabajó la piedra, su material preferido fue siempre la madera policromada. En la policromía, que por contrato supervisaba, contó con la colaboración de grandes pintores, entre los que destacan Francisco Pacheco, Juan de Uceda y Baltasar Quintero, predominando la encarnación mate más cercana al efecto neutral.

Casi toda su obra es de carácter religioso; en el campo profano solo se conocen las estatuas orantes de Alonso Pérez de Guzmán y su esposa María Alonso Coronel, realizadas para la capilla mayor del monasterio de Santa María del Campo en Santiponce, y también la mencionada cabeza del rey Felipe IV, que se envió al escultor italiano Pietro Tacca y que no ha sido conservada.

Fue el máximo exponente de la denominada escuela sevillana de imaginería, en la que tuvo como discípulo predilecto al cordobés Juan de Mesa.

Maestro ensamblador de retablos

Como ya se ha mencionado anteriormente, Martínez Montañés obtuvo de manera conjunta el título de maestro escultor y ensamblador, lo que le facultaba para trazar la arquitectura, diseño y elaboración de los retablos, por lo que ejecutó muchos de los retablos para los que también realizó obra escultórica. El modelo de retablo utilizado es el dominante en el periodo manierista. En los retablos mayores suele predominar la estructura de dos cuerpos, con tres calles. Las columnas son sencillas y acanaladas, no llegando nunca a emplear la columna salomónica y los capiteles de estilo corintio. Nunca abandonó la actividad retablista y la mayor parte de su labor imaginera fue realizada dentro de obras de retablos.

Escultura

Su arte se inspiró en el natural y su producción tiene unas características más clasicistas y manieristas que propiamente barrocas, aunque al final de su carrera apuntó al realismo barroquizante. Fue creador de un lenguaje sereno y clásico que transmitió a toda la escuela andaluza y que contrasta con el apasionamiento y mayor dramatismo de la escuela de Valladolid. Las esculturas de carácter religioso realizadas podían tener como fin, bien la participación en cortejos procesionales, o bien su finalidad podía ser la decoración interior de una iglesia, tanto en forma individual como formando parte de un retablo.

Entre los temas más tratados en sus obras se encuentran la figura de Cristo crucificado, del que recibió más de una docena de encargos, además de los que se podían incluir en el conjunto de los retablos realizados. De entre ellos destaca el de la Clemencia, conservado en la Catedral de Sevilla, y que constituye una de las cumbres del arte del imaginero alcalareño. Otro tema repetido en su iconografía es el del Niño Jesús, que durante el renacimiento había vuelto a surgir de forma destacada. Montañés consiguió la versión definitiva en la imagen del niño que se encuentra en la Iglesia del Sagrario de Sevilla, fechado en 1606, del que se realizaron numerosas réplicas e imitaciones, construyéndose vaciados en plomo de varias de estas representaciones para colmar la demanda existente en su día.

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