La joven de la perla

Girl with a Pearl Earring

Título	La joven de la perla
IV Muestra de Cine Internacional
Ficha técnica
Dirección	Peter Webber
Producción	Andy Paterson Anand Tucker
Guión	Olivia Hetreed
Música	Alexandre Desplat
Fotografía	Eduardo Serra
Montaje	Kate Evans
Vestuario	Dien van Straalen
Reparto	Colin Firth (Johannes Vermeer) Scarlett Johansson (Griet) Tom Wilkinson (Van Ruijven) Judy Parfitt (Maria Thins) Cillian Murphy (Pieter) Essie Davis (Catharina) Joanna Scanlan (Tanneke) Alakina Mann (Cornelia) Chris McHallem (Padre de Griet) Gabrielle Reidy (Madre de Griet) Anna Popplewell (Maertge)
Datos y cifras
País(es)	EE.UU. Reino Unido Luxemburgo
Año	2003
Género	Drama
Duración	105 minutos
Compañías
Productora	Delux Productions
Distribución	Vértigo Films
Presupuesto	10.000.000 $

Reseña

Delft, en la Holanda de 1665. ciudad de bullicio burgués, gremial y artístico. Allí es donde Griet entra a servir a casa de Johannes Vermeer, y donde nace, entre pintor y joven, la relación que basada en la admiración y comprensión, se convierte en complicidad, por la intuición y sensibilidad de Griet, un don especial, el don para captar y apreciar la luz y el color. Al maestro de la luz (en cuyo santuario estudio se siente a salvaguarda de miradas peligrosas .como la de su mujer, capaz de arrebatarle un trozo de su luz por celos-, la “dineraria” de su suegra -que no ve nada más que la fuente de ingresos de la ya muy mermada economía-, y la “prepotente y lasciva” del mecenas que le encarga cuadros a cambio de “quién sabe qué” … o para su peculiar deleite), a Vermeer le revitaliza la complicidad de Griet en un entorno hostil, en el que se siente incomprendido y del que es difícil escapar hacia la intimidad creadora. Son miradas y reacciones que no captan en toda su profundidad e intensidad lo que encierran sus momentos de creación. Se siente incomprendido, fuera de un mundo que no le pertenece y del que no puede deshacerse. Por eso y por otras razones, les cierra el único espacio en el que sus miradas escépticas e inquisitoriales no entran. El único espacio de la casa fuera de las miradas indiscretas: su estudio, su cámara oscura. La luz y él. La magnífica y premiada fotografía de Eduardo Serra es imprescindible para narrar esta historia. Guía a nuestros sentidos a pasear por las distintas zonas de la casa, que desde los claustrofóbicos y oscuros sótanos de la bodega van ascendiendo a la iluminación del estudio. Una recreación viva de los cuadros de Vermeer. También Griet será sacada a su peculiar “plaza del destino”, obligada a adaptarse a situaciones que no desea y a recurrir a una vida interior reforzada con los escasos recuerdos físicos que tiene, para combatir el desasosiego cuando los peligros acechan con involucrarla en el círculo de la mediocridad. Una nueva rebelión, aunque esta vez más del mundo anímico interno que externo. Los silencios albergan los sentimientos más vivos, se contienen en un mar de miradas, de pausas, de roces justificados o propicios bajo la búsqueda curiosa y el trabajo en conjunto, limitados hasta la tensión emocional y nunca consumados, … todo dicho sin pronunciar palabra, transformándose las imágenes en toda su fuerza comunicadora, … y la luz. Esa luz de Vermeer que atrapa a los profanos que creen ver en un primer momento una obra sin sentimiento, costumbrista, sin gancho, pero conforme son arrastrados por el primer rayo quedan, frente a frente, como ensimismados ante la serena explosión allí contenida, donde la ambigüedad les convierte en cómplices también del pintor. Y todo discurre a un ritmo al que no solemos estar acostumbrados, ni al que pretendemos habituarnos. Un ritmo con una cadencia que, como en la pintura, nos hace un guiño para sorprendernos aun sin darnos cuenta. Serenidad y represión contenida que nos encierra en un thriller, por ver si serán descubiertos los secretos que cada uno guarda en su interior. Tensión emocional, con la serena confianza que desprende Griet, magnífico papel que pareciera hecho a medida de Scarlett Johanson. Ella y no otra podría ser la joven del cuadro, la “joven de la perla”, la llamada “Mona Lisa Holandesa”, que desde la pantalla nos hipnotizará “con sólo mirarla, como una estrella del cine mudo” como ya han comentado otros, y a la que la sala de cine , como nueva cámara oscura, intenta quedarse colgado de su triste, tierna y serena a la vez, mirada. Un instante para el deleite. La película, siguiendo el argumento de la novela en que se basa, nos invita a imaginar cuál pudo ser el origen de ese cuadro, que es en sí mismo un misterio, pero que nos muestra una hipótesis verosímil y nos habla de algo que va más allá de la mera conjetura de contarnos su vida. Nos enseña a entrar en su estudio con la mirada de Vermeer, a comprender desde su contexto los sentimientos y sentidos que vierte en su obra. Aquella que hoy, cuando la contemplamos, nos fascina por el misterio que produce. Quizá en este texto sobre muchas palabras. Los silencios serán más elocuentes.

Película reproducida en la IV Muestra de Cine Internacional del año 2004.

Reseña elaborada por el socio de la Sección de Cine del Ateneo de Córdoba Antonio Jesús Serrano.