Textos críticos

Desde hace varias décadas demuestra Manuel Gahete su valía de poeta; desde hace varios lustros nos tiene acostumbrados a la sensibilidad y aciertos expresivos de sus artículos; desde hace algunos años se han hecho indudables su capacidad analítica y su luminosa intuición para los estudios filológicos. No sorprende ver repetidas tales virtudes en su última publicación, Textos con pretexto, que ayudará a conocer mejor parte de sus ensayos y a descubrir el peso del conjunto de sus obras. Para conocer las orientaciones del intelecto de Gahete y ver como se reafirma su estilo en el análisis lingüístico y en la indagación científica, nada mejor que los veintiún artículos de este libro, diversos en su temática y en amplitud. Para apreciar la importancia y el eco de sus escritos, resulta aconsejable la consulta de la bibliografía final. Si este último capítulo es complementario, los dos anteriores dan la medida de la capacidad analítica de Gahete, de su comprensión de los procesos creativos y de su investigación.

En los seis epígrafes de la primera parte se consigue unidad expositiva al presentar rasgos de la obra de sendos autores andaluces, casi todos cordobeses. Al primero, al Duque de Rivas, dedica el comentario más extenso, centrándolo en tres de los mitos más íntimos de la época romántica, juventud, muerte y huida de la realidad, y comprobándolos en el Don Álvaro del Duque de Rivas. Después aborda aspectos fundamentales de la obra lírica de otros poetas: los ecos y emociones que provoca la poesía de Marcelino Fernández Piñón, las claves de la creación de Juan Tena o de Antonio Moreno Muñoz, las particularidades estilísticas y métricas con que se expresa Jacinto Mañas y los secretos de la poesía amorosa de Alfredo Jurado. Gahete puede hablar de todos ellos por ser él mismo un poeta de inefable palabra y de aquilatado sentimiento, un poeta que deviene en crítico tanto al exponer sus reflexiones personales sobre la poesía como al verter opiniones sobre nuevas poéticas y al afirmar que escribir poesía es “lograr el equilibrio, el dominio de la razón intelectual sobre la mera emoción sin que apenas se advierta tan fértil caudillaje”.

Los quince capítulos de la segunda parte deben verse como un intento de hacer historia local constatando determinados actos del Ateneo cordobés. No hay duda de que Gahete ha estado siempre atento a la cultura de Córdoba, ni de que sus comentarios ofrecen la oportunidad de reconocer el quehacer diverso de hombres que la han engrandecido. En ellos aparece una prosa didáctica con la que el articulista defiende la solidaridad, la liberalidad y la armonía y ataca lo negativo. De esta manera, la obra aparece como un libro de palpitante hálito poético, de gran valor literario y humano.

• Antonio Moreno Ayora (Diario Córdoba, 5 de julio de 2001).