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Fernando Yáñez de la Almedina

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Hernando o Fernando Yáñez de la Almedina (Almedina, Ciudad Real, 15051537) fue un pintor renacentista español, introductor de las fórmulas quattrocentistas italianas en Valencia y Castilla la Nueva. Su conocimiento de la pintura de Leonardo da Vinci, con quien pudo colaborar en el perdido mural de La batalla de Anghiari, conjugando su influencia con la de otros pintores italianos como Filippo Lippi o Perugino, se pone de manifiesto tanto en el conjunto de su producción pictórica como en sus dibujos (Museo del Louvre) y en la labor de sus seguidores directos, como el conquense Martín Gómez el Viejo.

Biografía

Para trazar la biografía de Fernando Yáñez no se cuenta con ningún dato documental seguro anterior a septiembre de 1506, cuando cobra de la catedral de Valencia veinte libras a cuenta de las pinturas para el retablo de los Santos Médicos, que tiene a su cargo en unión con Fernando Llanos. El abogado Juan Butrón, en sus Discursos apologéticos en que se defiende el arte de la pintura, publicados en 1623, afirmaba que había nacido en Almedina (Ciudad Real) y le atribuía el desaparecido retablo mayor de su parroquial. Son estos datos escuetos los que repetirán Lázaro Díaz del Valle y Antonio Palomino, quien añadía que Francisco de Quevedo le había dedicado un epigrama actualmente perdido. Hernando de Ávila, en otra obra desaparecida, el Libro del Arte de la Pintura, terminado antes de 1590, incluía a Hernandiáñez entre los grandes maestros de los que le habían llegado noticias, todos, excepto Yáñez, activos en Madrid y Toledo. Pero ninguna fuente hacía mención de su paso por Valencia, caído en el olvido su trabajo en la catedral, y de su formación en Italia quedaba el vago recuerdo de un aprendizaje con Rafael, según Palomino, «como lo muestran las pinturas del retablo del lugar referido». El recuerdo de su fama se conservaba mejor en su patria, donde en 1575, en respuesta a las Relaciones de Felipe II, sus vecinos se referían a un «licenciado Yáñez» que

en el arte de pintar de pincel fue la más rara habilidad que hubo en sus tiempos y según lo testifican hoy sus obras... que son las más tenidas y estimadas de cuantos hay en España y ansi lo dicen y afirman los hombres que de su arte entienden.

El estilo leonardesco que se manifiesta en la Epifanía de la capilla de los Caballeros de la catedral de Cuenca, de la que Antonio Ponz, cuando todavía se desconocía su autoría, escribió que si no era de Leonardo da Vinci había de ser «de algún célebre hombre de los que iban a estudiar su obra a Florencia», así como en las pinturas para las puertas del retablo de la catedral de Valencia, ejecutadas en colaboración con Fernando Llanos, ha llevado a ponerlo en relación con otras noticias documentales de abril y agosto de 1505 en que se menciona a un «Ferrando Spagnuolo, dipintore» trabajando en Florencia junto con Leonardo en las pinturas de la Gran Sala del Consejo de la Señoría, donde Leonardo se encontraba ocupado en el mural de La batalla de Anghiari:

A Ferrando Spagnolo, dipintore, per dipinguere con Lionardo da Vinci nella sala del consiglio florine 5 larghi e a Thomaso di Giovane Merini, su garzone per macinare e colori, florini 1 in oro.

No es posible, sin embargo, determinar a cuál de los dos Fernandos hacen referencia dichos documentos, existiendo tesis favorables a cada uno de ellos.

Tras su colaboración con Llanos en el mencionado retablo de los Santos Médicos (del que únicamente se conserva la predela) la catedral les encargará, en marzo de 1507, las pinturas de las puertas del retablo mayor. Los pagos por esta obra se extienden hasta septiembre de 1510. Entre tanto ambos pintores se habían ocupado del encarnado de una talla de la Virgen para la misma catedral y proporcionado las trazas y algunas pinturas para el retablo que había de hacer Damián Forment para la capilla que el gremio de plateros tenía en la iglesia de Santa Catalina de la misma ciudad, origen de un largo pleito.

Ya en solitario, entre 1511 y 1514 cobró de la catedral por las pinturas del órgano; la relación con Llanos sin embargo no se había cortado pues en 1511 ambos contrataron conjuntamente la finalización del retablo de la Virgen de les Febres en la colegiata de Játiva, trabajo del que no existe ninguna otra noticia y es posible que no se llegase a ejecutar, y en enero de 1513 se menciona a Los Ferrandos contribuyendo con 15 sueldos conjuntamente en el impuesto de Tacha Real.

En abril de 1515 viajó a Barcelona para realizar la tasación de las pinturas hechas por Joan de Borgunya para la iglesia de Santa María del Pí. Pero hubo de retornar inmediatamente a Valencia pues antes de terminar el año cobraba de la catedral por las pinturas para el órgano «chiquet». Para entonces Llanos había marchado a Murcia y no volverán a tenerse noticias de Yáñez hasta 1518, cuando aparece documentado en Almedina, a donde debió de acudir para encargarse de las pinturas del retablo mayor de su parroquial, en el que se estaba trabajando en esas fechas. En 1519 se le cita en esta villa en una partida de bautismo como «Ferrandiañes, pintor». Siguen las menciones en los libros parroquiales en 1520 y 1521, con ocasión de los bautizos de sus hijos. La Sagrada Familia de la colección Grether de Buenos Aires, firmada «Hernandiañes... año 1523», debió de ser pintada todavía en Almedina, por utilizar en su firma la fórmula que empleó comúnmente en esta localidad.

En 1525 se encontraba en Cuenca, donde otorgó poder, declarándose vecino de Almedina, para cobrar ciertas deudas que tenía pendientes en Valencia, poniendose de manifiesto que, a pesar del traslado a su localidad natal, no había perdido el contacto con Valencia. De 1526 a 1531 trabajó en la catedral de Cuenca, primero en la capilla de los Albornoz y luego en la de los Caballeros. En 1532 reaparece en Almedina como compadre en un bautizo, lo que se va a repetir en los años siguientes hasta octubre de 1537, fecha de la última referencia documental disponible. En el mes de enero de 1536, en una visita hecha a Almedina por los comisionados de la Orden de Santiago, se citaba a «Hernandiañez» entre los vecinos «de cuantía» de la localidad, lo que habitualmente implicaba un reconocimiento de hidalguía.

Obra

Pentecostés (h. 1507- 1510), Catedral de Valencia, puertas del retablo mayor.Las puertas del retablo de la catedral de Valencia, contratadas el 1 de marzo de 1507 por "Fernando de Llanos" y "Fernando de l’Almedina", constituyen el punto de partida de los estudios sobre ambos pintores, subrayándose la filiación leonardesca de sus tablas y, consecuentemente, la introducción en Valencia de esquemas y tipos propios de Leonardo. Delimitar la parte de esas tablas que corresponde a cada uno ha resultado, sin embargo, problemática, no existiendo acuerdo unánime en las atribuciones avanzadas hasta la fecha.

Del análisis de las pinturas ejecutadas en solitario al final de sus carreras se desprende un mejor conocimiento de la pintura italiana de finales de quattrocento por parte de Yáñez, quien maneja con soltura y combina con acierto en sus pinturas de la capilla de los Caballeros de la catedral de Cuenca modelos tanto de Leonardo como de Filippino Lippi, que parecen exigir una estancia en Roma previa a su paso por Florencia. La muerte de Lippi en 1504 y el abandono de la proyectada Batalla de Anghiari por Leonardo, que parte para Milán en mayo de 1506, explicarían el retorno a la península, donde aparece en septiembre para incorporarse a la pintura del retablo de los Santos Médicos en el que ya trabajaba Llanos al menos desde el mes de junio de ese mismo año.

La utilización de tipos leonardescos es común a ambos pintores en su producción independiente. Así se ha señalado la influencia de los dibujos de Leonardo para el monumento ecuestre del condottiero Gian Giacomo Trivulzio en uno de los caballeros pintados en el fondo de paisaje de la Adoración de los pastores de la capilla de los Peso en la catedral de Cuenca. Sin embargo, en esta capilla y en la de los Caballeros de la misma catedral, los modelos que más abundan son los tomados de Filipinno Lippi, tanto de sus frescos en la capilla Brancacci en Florencia como los de la capilla Carafa en Santa María sopra Minerva de Roma, cuyo conocimiento no se evidencia en la producción independiente de Llanos, quien recurrirá al contrario a grabados en particular de Alberto Durero. Sea o no Yáñez el Ferrando del que hablan los documentos florentinos, ese conocimiento directo de los frescos de Lippi tanto romanos como florentinos prueba su estancia en Italia, donde además de un repertorio de tipos humanos adquiere el dominio de la representación tridimensional del espacio y un notable interés por las arquitecturas, en lo que se distanciará también de Llanos en su producción independiente.

Esa diferencia en el modo de abordar las arquitecturas clásicas para crear con ellas un espacio tridimensional organizado llevaron a Diego Angulo Íñiguez, seguido por Fernando Benito Domenech y Pedro Miguel Ibáñez, a asignar a Yáñez en las puertas del retablo de la catedral valenciana las tablas que representan el Abrazo de san Joaquín a santa Ana, la Presentación de la Virgen en el templo, La Visitación, Adoración de los pastores, Pentecostés y el Tránsito de la Virgen, siendo de Yáñez las seis restantes.

Sus composiciones se caracterizan por los rasgos del estilo leonardesco (sfumato, dulzura de los rostros y gestos), la claridad formal y la amplitud escenográfica de los fondos, la profundidad de las figuras, que se presentan en actitud serena y reposada, y la hábil conjugación de arquitectura monumental y personajes de una forma más caracterizada que Llanos. Yáñez presta atención especial a las calidades de ropas y objetos, hecho que representa un rasgo de la vieja tradición flamenca habitual en la escuela española.

Entre sus obras destacan las cuatro del Museo del Prado: Santa Catalina de Alejandría (acaso su obra maestra), San Damián, Santa Ana con la Virgen y el Niño y una tabla adquirida hacia 1992, Cristo resucitado y santos apareciéndose a la Virgen, que debe pertenecer a su etapa en Cuenca y que decae en calidad. Obra igualmente destacable, Los Santos Ermitaños (Milán).

En la ciudad de Valencia hay diversas obras del artista. En el Museo de Bellas Artes de Valencia, además de La Resurrección hay cinco tablitas de tema religioso. En el Colegio del Patriarca, La Anunciación. En la iglesia de San Nicolás: Santa Ana, la Virgen y el Niño dormido.

En Ayora (Valencia): La Virgen, Dios Padre, El Ángel de la Anunciación y San Onofre. En la Colección March (Palma de Mallorca): Juicio Final. En Játiva (Valencia): Juicio Final (quemado en 1936), en la colegiata.

A su periodo conquense corresponden los retablos de La Crucifixión, Epifanía, La Piedad y La Adoración de los Pastores, los tres primeros para Gómez Carrillo de Albornoz, en la catedral de Cuenca.

En colecciones extranjeras se pueden citar La Sagrada Familia de la Colección Grether en Buenos Aires (Argentina) y Cristo entre San Pedro y San Juan Evangelista en la Colección Cremer de Dortmund (Alemania). Esta segunda obra parece ser la misma que en fecha reciente ha pasado a manos de un coleccionista español.

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