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Nicolás II de Rusia

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Nicolás II, nacido Nikolái Aleksándrovich Románov (en ruso Николáй Алексáндрович Ромáнов) (San Petersburgo, 18 de mayo de 1868 – asesinado en Ekaterimburgo, 17 de julio de 1918) fue el último zar de Rusia hasta su abdicación, el 15 de marzo de 1917, su hermano Miguel quien rechazó el ofrecimiento, poniendo fin a la dinastía Románov.

Nicolas II de Rusia.jpg

Juventud

El futuro emperador Nicolás II fue educado en los rígidos cánones de la corte rusa y en un marcado aislamiento de la agitada y convulsionada situación interna del imperio. Su infancia transcurrio en el reinado de su abuelo Alejandro II y tras su asesinato, su padre subió al trono y él se convirtió en heredero. Su tutor oficial fue Konstantín Pobedonóstsev, gracias al cual Nicolás aprendió las convicciones autocráticas de su padre Alejandro III y la doctrina del origen divino del poder del zar. Fue educado como un aristócrata, obteniendo una gran cultura y una esmerada educación y gracias a los viajes a Inglaterra, Japón y la India efectuados durante su juventud y a su parentesco con la realeza británica, hablaba con soltura inglés, francés —a la sazón la lengua preferida entre la belle societé rusa— y alemán. Un hecho destacable era el notable parecido físico que guardaba con el futuro rey Jorge V de Inglaterra. Muchas veces ambos bromeaban cambiándose sus vestimentas para imitar sus roles respectivos. Hombre atractivo, tuvo algunos amores de juventud como la bailarina Mathilde Kschessinska, pero se quedó prendado de una de las nietas de la reina Victoria I, la princesa Alix de Hesse-Darmstadt, a la que llamaba Sunny y estableció con ella una relación muy romántica y duradera.

Personalidad

Nicolás II al momento de asumir el gobierno no ostentaba la fuerte personalidad de su padre, ni la preparación mínima requerida para una Rusia convulsionada, con conflictos latentes y que ocupaba una arista preponderante en el ámbito internacional.

Una de las causas principales fue que su padre, Alejandro III, no lo formó a tiempo para tomar el papel de zar, en especial en el tema de las relaciones internacionales y de los asuntos internos, en efecto, Nicolás II era hasta el momento de la prematura muerte de su padre, tratado poco menos que como un niño . Tal es así que el mismo al momento de asumir manifestó a una persona de confianza que:

-No estoy preparado para ser zar, nunca quise serlo. No sé nada del arte de gobernar, ni siquiera sé la forma en que debo hablar a los ministros....

Era el zar Nicolás II, al contrario que la personalidad enérgica de su padre, era de naturaleza abstraída en que trataba de no vislumbrar sus ideas, honrado y meticuloso, esencialmente tímido, romántico e idealista y con un carácter pacífico.

Fue muy manipulado por sus tíos y más adelante por el Káiser Guillermo II quienes se aprovecharon del nuevo e inmaduro gobernante para sacar partido en favor de sus conveniencias.

Incapaz de enfrentarse abiertamente a sus ministros o de discrepar cara a cara con algún contrario de opinión, prefería hacer uso de la sutil caballerosidad para darse a entender cuando algo le desagradaba. Gustaba de las obras de teatro, del ambiente grato familia, de la música, las marchas militares y de navegar en el yate imperial Standart.

Si bien se puede cuestionar su personalidad como zar, como padre era un modelo de excepción para su hijos y un entregado esposo para la emperatriz Alejandra.

Ascenso al trono

En 1894, y tras complicaciones derivadas de una nefritis, falleció su padre, Alejandro III; el 1 de noviembre y pasado el período de luto protocolario, Nicolás fue coronado como sucesor y adoptó el nombre de Nicolás II. De acuerdo con sus propias palabras, carecía de formación política, y lo ignoraba todo acerca del gobierno del imperio, explicando su ingenuidad al ser coronado zar en noviembre de 1894. Incluso su propio padre dudaba de su habilidad para administrar y mantener un territorio de 23 millones de km2.

La influencia de sus tíos paternos, en especial Sergéi Aleksándrovich Románov, Gran Almirante de la Armada, tendría en ello un asidero, y las intrigas cortesanas pesarían grandemente en la acción del nuevo zar, pues de hecho tuvo que soportar al principio manipulaciones de sus propios tíos.

Poco después de su coronación, el 26 del mismo mes, contrajo nupcias con Alix de Hesse, quien había tomado el nombre de Alejandra Fiódorovna al convertirse a la ortodoxia.

Como la relación entre Nicolás y Alix era un verdadero ideal de amor y devoción mutuos, fue la Emperatriz quien aconsejó a Nicolás desde los primeros momentos, que tomara las riendas firmes del poder y fortaleciera su carácter bondadoso y caballeresco del que se aprovechaban a menudo sus parientes.

De ella tendría cuatro hijas todas seguidas casi de año en año y al final, el tan anhelado heredero, un hijo varón.

  • Olga (1895–1918).
  • Tatiana (1897–1918)
  • María (1899–1918).
  • Anastasia (1901-1918).
  • El zarévich Alexis Nikoláyevich (1904-1918).

Política internacional

A instancias de sus consejeros y, sobre todo, manipulado por su primo el emperador alemán, Nicolás se esforzó por extender su influencia en Asia, rivalizando en esta carrera con las potencias occidentales imperialista; ordenó la intervención de Rusia en la Guerra Chino-Japonesa de 1896, en el establecimiento de la base de Port Arthur en 1898, la ocupación de Manchuria en 1900, y convino con los británicos el reparto de Persia en esferas separadas de influencia en 1907. Asimismo, fue uno de los principales promotores del desarme, reflejados en su papel como iniciador de las Conferencias de la Haya de 1899 y 1907

Los intentos por ejercer una influencia determinante en Europa Oriental y los Balcanes como cabeza de un movimiento paneslavista, dieron lugar a múltiples conflictos y tensiones internacionales, en virtud del alineamiento ruso con Serbia frente a los intereses del Imperio Austrohúngaro; pero, tras sufrir una primera derrota diplomática en la crisis de Bosnia (1908), las Guerras Balcánicas de 1912 y 1913 acabaron definitivamente con el control ruso sobre la península balcánica.

Estableció excelentes relaciones con Francia, su más leal aliado, y con Alemania, gracias a su estrecho parentesco con el emperador Guillermo II; este último fue largamente su consejero de mayor confianza en materia internacional, aunque muy manipulador, resultaba evidente para cualquier operador político más sagaz que el zar, que sus consejos estaban orientados a emplear la influencia rusa para controlar los intereses de otras potencias, muchas veces en beneficio directo de Alemania y socavar la alianza entre Francia y Rusia. A la larga, la influencia nefasta de Guillermo II iba a ser la ruina para Nicolás II.

Autocracia y procesos revolucionarios

En política interior, Nicolás siguió la línea autocrática de sus antecesores, aunque suavizándola un poco, pero más bien al margen de su intervención directa, su país tuvo un proceso de industrialización acelerada que permitió a Rusia entrar en la era moderna, pero que también hizo surgir importantes núcleos obreros en forma de sindicatos. La actividad revolucionaria clandestina, las cuales cobraron ímpetu bajo su abuelo y su padre, seguían acelerándose durante su régimen, culminando con las Revoluciones de 1905 y la de 1917.

La iniciativa del movimiento liberal presentada al nuevo zar, de establecer una constitución que fijase las normas del ejercicio del poder se encontró, sin embargo, con un rotundo rechazo monárquico; siguiendo el consejo de Pobiedonostev, Nicolás se mostró severo con lo que calificó de "insensatos sueños de participación en asuntos de administración interna". Su rigidez alienó a sectores no particularmente comprometidos con una ideología afín a la revolución, y fue causa de muchos se mostrasen descontentos.

Uno de estos descontentos se llamaba Lenin, un abogado que provenía de la región de Simbirsk, cuyo hermano, Aleksandr Uliánov fue ejecutado por un intento de asesinato del zar Alejandro III en 1887.

Vladímir Ilich Uliánov, más tarde Lenin, realizó actividades subversivas en San Petersburgo, fue detenido, apresado y exiliado a Siberia. Una vez liberado, se trasladó a Ginebra y Londres para fundar las bases del movimiento comunista.

El alimento para las corrientes revolucionarias como las que encabezarían Lenin, Trotsky y otros, eran la carencia de una política social más solidaria de parte de los gobernantes, lo que permitió que se agravaran los grandes problemas históricos del régimen zarista: la pobreza del campesinado, la muy desigual distribución de la tierra y la fuerte restricción en el acceso a los cargos públicos. Esto iba a ser el caldo de cultivo en los sindicatos de las industrias para los grupos revolucionarios que ya estaban en gestación.

Guerra con Japón

En 1905, intentando contener el avance japonés en Indochina, que amenazaba los puertos rusos orientales, y por constante recomendación de Guillermo II de Alemania, Nicolás declaró la guerra al Japón. Nicolás II pensó que obteniendo una fácil victoria sobre Japón no solo lograría estabilizar la situación interna si no que lograría una mayor preponderancia internacional con el prestigio de la victoria.

Mal informado estratégica y conceptualmente de la situación militar y naval del Japón, no aquilató su propia situación en el frente oriental recién abierto, en especial a la incompetencia e inoperancia absoluta de los almirantes rusos que comandaban Port Arthur y Vladivostok.

Sin declaración de guerra alguna, los japoneses asediaron y bloquearon Port Arthur y Vladivostok, propinando una severa derrota a la flota rusa, parte de la cual que quedó semihundida y encerrada en el puerto. Las pérdidas en unidades navales superaron el 70%.

El emperador entonces, en un desesperado esfuerzo, movilizó a la flota del Báltico, con buques de guerra (costeros) inadecuados para alta mar, en un gran periplo único en la historia, que la llevó a dar la vuelta a Europa y África, sosteniendo graves conflictos diplomáticos con Inglaterra (incidente del Dogger Bank). Su aliada Francia también le dio la espalda en el transcurso del accidentado viaje y sólo fue abastecido por Alemania, para después de casi año y medio de navegación llegar al estrecho de Tsushima, donde fue rápidamente derrotado por las fuerzas navales japonesas al mando de Heihachiro Togo.

El Domingo sangriento

Después de las derrota de Tsushima, Nicolás II aceptó la mediación de EE.UU. para finalizar el conflicto. Para ello mandó a llamar a un ex-ministro de su padre, Sergéi Witte, quien fue enviado a América del Norte para negociar la paz con Japón. Tal fue el manejo mediático de Witte que logró sacar ventajas aparentes de las paces que Japón desea imponer a Rusia y regresó convertido prácticamente en una especie de héroe. Después de dar su informe a Nicolás II, éste lo nombró Conde.

Sin embargo, un hecho grave iba a hacer virar las tornas del destino a la dinastía Románov: Un cura llamado Yuri Gapón logró convocar a una masa descontenta de campesinos y otras fuerzas vivas integrantes del pueblo, que organizaron una marcha informal para ir a entregar una serie de peticiones anti-autocráticas al zar, que se encontraba en San Petersburgo (Palacio de Tsárskoye Seló) el domingo 22 de enero de 1905.

Cuando la muchedumbre llegó a las inmediaciones del Palacio de Invierno a eso de las 14 horas, se encontró con que el palacio estaba resguardado por tropas de cosacos, quienes habían sido convocados por el ministro del interior, el príncipe Sviatpolsk Mirski. Cuando llegaron a unos 100 m. de la entrada y sin mediar provocación, los soldados dispararon a matar a la masa y, además, atacaron con una carga de caballería cosaca, produciendo una cifra estimada de 92 muertos. Este hecho tuvo repercusiones insospechadas, ya que alimentó las chispas primigenias de la revolución que los mencheviques y bolcheviques deseaban que estallara, como en efecto más adelante sucedió.

Además, era el momento para que el zar tomara una acción decisiva: o apagaba la revolución imponiendo la dictadura, o accedía a las peticiones de los revolucionarios. Witte tuvo un papel gravitante y decisivo en el desarrollo de los acontecimientos. Mirski fue destituido y, en su lugar, se nombró a Sergei Witte como ministro de interior en calidad interina. A la larga, este cambio atraería la ruina para la estabilidad del régimen de Nicolás II.

En ese año de 1905 hubo además atentados. En uno de ellos pereció un tío de Nicolás II, el gran duque Sergio Románov (Sergei Aleksándrovich Románov), esposo de Ella (Isabel Fiódorovna), la hermana de la Emperatriz, y además se sublevaron los marinos en los puertos, como el caso del acorazado Patiómkin. Una gran huelga paralizó la industria y los revolucionarios, dirigidos por Trotsky, Lenin y otros agitadores marxistas, alimentaban la llama de la revolución. La situación no podía ser más compleja para la estabilidad y continuidad del régimen zarista.

Las Dumas y apogeo del régimen zarista

Witte le dijo a Nicolás II que habían dos caminos: o bien suprimía por la fuerza a la chispa revolucionaria implantando la dictadura o bien, promulgar una Constitución cediendo derechos civiles a la plebe, por lo que transformaba el régimen autocrático en un régimen semiconstitucional. Pese a que Nicolás II se inclinó por la dictadura militar, no tuvo el apoyo del comandante del ejército y su tío, el gran duque Nicolás Nikoláyevich y no atreviéndose a destituirle, optó por seguir el camino constitucional elaborado por Witte.

Ante la amenaza de un alzamiento, el zar, mal aconsejado por su ministro Sergéi Witte firmó la propuesta y anunció en 1905 varios cambios institucionales dirigidos a disminuir el tinte absolutista de la monarquía; el más importante de estos fue la convocatoria de una Duma o Parlamento, con potestades legislativas limitadas, junto con la promulgación en abril de 1906 de unas leyes fundamentales que dieron un carácter semiconstitucional a la monarquía. Sin embargo, para desesperanza del Nicolás II, lejos de enfriarse la candente situación política, esta se agudizó dejando al régimen zarista con una precaria estabilidad y a Witte empezó a escapársele el asunto de las manos.

Sin embargo, al percibir que los integrantes de la Duma planeaban poner coto al carácter autocrático del gobierno, fue disuelta y sustituida por otra más representativa de los intereses monárquicos; Nicolás exigió además la dimisión de su primer ministro, Sergéi Witte. Cuando el sucesor de Witte, Piotr Stolypin, disolvió poco después la segunda Duma, modificando las leyes electorales para asegurarse una composición leal a los intereses zaristas, dejó al descubierto la continuidad del sistema autocrático. Este mal manejo de la situación hizo estallar la segunda rebelión bolchevique.

Para disolver la Duma, el zar llamó en 1906 al cargo de ministro de interior a quien sería uno de los hombres más ejecutivos, leales y efectivos que tuvo, Piotr Stolypin, quien tomaría el cargo con gran determinación, partiendo con una fuerte represión contra las huestes revolucionarias en forma tan efectiva (600 ajusticiados) que Lenin mismo vio peligrar la revolución marxista que tanto anhelaba, llevando respiro a la monarquía. No sólo en este plano se destacó Stolypin, sino que llevó a cabo una gran reforma agraria que, sumado a un período de inviernos benignos, dio calma a la plebe en años de buenas cosechas, favoreciendo la gestión y la imagen del zarismo. Stolypin también disolvió la segunda Duma de 1907.

Tras instaurar una tercera Duma en 1909, que favorecía a la autocracia en forma velada y con representantes más moderados, Rusia pudo acceder al tricentenario de la llegada al poder en buen pie. En 1911, Stolypin quiso deshacerse de la influencia nefasta de Rasputin, desterrándolo y cayendo en desgracia ante la Emperatriz. Como ello le provocó una situación tensa ante el zar, Stolypin presentó una renuncia que Nicolás II le denegó.

Estando el zar de visita en Kiev para inaugurar un monumento a su padre, asistió Stolypin junto al zar a una Opera en esa ciudad en septiembre de 1911, y Stolypin fue asesinado por un revolucionario que colaboraba con la policía, ante los ojos del zar, durante el entreacto de dicha función. Le sucederían una seguidilla de personajes como Kokovtsov, Stürmer, Sazónov, Protopopov, todos influenciados por Rasputin.

Primera Guerra Mundial

El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo por parte de nacionalistas serbios (atentado de Sarajevo) puso a Nicolás en un duro aprieto, puesto que su pacto con los serbios no le permitía acceder a las demandas compensatorias del Imperio Austrohúngaro. Un extenso intercambio de correspondencia con el káiser Guillermo intentó evitar una confrontación global, y Nicolás dio órdenes de movilizar tropas solo en la frontera austríaca; la falta de preparación para un evento semejante lo llevó a cometer el error, el 31 de julio de 1914, de ordenar una movilización general, lo que provocaría la declaración de guerra de Alemania y el inicio de la guerra mundial.

El ejército ruso tuvo algunos éxitos iniciales en territorio austríaco y en su momento pudo haber derrotado al Imperio Austrohúngaro pero su avance fue detenido a petición de Francia; sin embargo, el intento inicial de avanzar sobre territorio alemán en dos frentes uno al mando de Remenkamf y el otro al mando de Sazónov condujo a graves derrotas, en las que perdieron la vida más de dos millones de hombres. Para 1915, el ejército ruso estaba en retirada.

Nicolás II, aconsejado por su esposa y ministros, intentó ponerse personalmente al frente de las acciones, relevando a su tío, el gran duque Nicolás Nikoláyevich Románov el Joven, al mando de las tropas; fue este un error más, si cabe más grave que la misma declaración de guerra, pues supuso dejar la regencia en manos de su esposa, a quien el pueblo detestaba tanto por su origen alemán como por su estrecha relación con Rasputin.

En efecto, la imagen que tenía el pueblo ruso de la zarina era que esta despreciaba hondamente a su gente, además de su origen alemán y su carácter muy reservado, que la hacían aparecer como una mujer soberbia y lejana. La influencia de Rasputin en sus decisiones políticas proporcionarían la chispa de la segunda revolución

Un detalle importante que explicaría la súbita sustitución del el gran duque Nicolás Nikoláyevich Románov el Joven, es que este aborrecía a muerte a Rasputin, el monje astutamente aconsejó en forma insistente a la Emperatriz que se le sacara del camino, puesto que sectores de la plebe le llamaban el Nicolás III, en alusión a su probable entronización.

El papel de Rasputin

Grigori Yefímovich Rasputin (su nombre y pronunciación real), apareció en los círculos monárquicos gracias al contacto que hizo Anna Výrubova, la más cercana cortesana a la zarina debido a la enfermedad hemofílica que padecía su hijo zarévich Alexis. La influencia que ejercía sobre el niño le permitía controlar la enfermedad del heredero al trono, con lo que pronto ganó la confianza absoluta de la zarina.

Rasputin era en si una persona extraordinaria, con un grado de acierto muy notable en sus predicciones, una mezcla de santurrón y amistad muy convincente pero, en contrapartida, un ser con un alter ego muy libidinoso rayando en lo maníaco que buscaba el placer sexual entre las consortes del palacio.

Rasputin pronto convirtió a la zarina en su amiga y confidente, al punto de que ella consideraba seriamente los consejos que él le daba. La razón de esta influencia poderosa, era que la Emperatriz consideraba a Rasputin, un enviado de Dios. Esta situación, permitió a Rasputin tomar un papel decisivo en los nombramientos ministeriales. Se le conocía por su sobrenombre de monje loco, y su comportamiento cada vez más entrometido y desafiante comenzó a suscitar odios entre la nobleza y especulaciones de todo tipo en la plebe.

Antes de la partida de Nicolás II al frente alemán, Rasputin predijo que si él moría a manos de gente de su familia, nadie de la familia de Nicolás le sobreviviría más de dos años.

Finalmente fue asesinado por un grupo de aristócratas que le habían invitado a una fiesta del 29 al 30 de diciembre de 1916.[1] Parece probado que sus asesinos, con el príncipe Félix Yusúpov a la cabeza, le dieron pasteles y vinos cargados de cianuro. Al ver que no le afectaba en demasía, el príncipe le disparó al pecho, le golpeó la cabeza con un bastón lleno de plomo y lo arrojó al río Neva. Se comprobó que Rasputin murió más tarde ahogado.

Abdicación y prisión

Después del asesinato de Rasputin, el gobierno monárquico empezó a desintegrarse con abismante rapidez a partir de enero de 1917, las situación interna acicateada por el curso desfavorable de la guerra con Alemania y las instigaciones revolucionarias, sumadas a las intervenciones políticas de la Emperatriz hicieron que la cuarta Duma cediera a la presión de los revolucionarios y se formará un gobierno provisional, liderado por Kérensky, un revolucionario de estilo moderado.

La decisión de formar el gobierno provisional tuvo aceptación en todos los estamentos sociales y militares, incluido el estado mayor de Nicolás II, quien se vio encajonado con la situación política grave que se imponía en Petrogrado. Por un instante, se redactó la abdicación en favor de su hijo Alexis; pero dada la condición de salud e inmadurez del heredero, cambió de parecer.

Nicolás II, incapaz de controlar la situación, abdicó sus derechos y los de su hijo, el 20 de marzo de 1917, en favor de su hermano Miguel IV de Rusia; el gran duque Miguel rechazaría el ofrecimiento dos días después, dando así fin a la dinastía Románov y el comienzo de la era de los Soviets.

Nicolás se dejó detener sin ofrecer resistencia a su regreso del desmoronado frente. Tuvo la suerte de no ser encerrado en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo y fue confinado junto con su esposa e hijos en el palacio Tsárskoye Seló, en las afueras de San Petersburgo, reteniendo algunos privilegios domésticos.

Aleksandr Kérensky no era enemigo consumado del zar, más bien objetivo y racional pudo acceder a la verdadera naturaleza de las personalidades depuestas llegando a reconocer que muchas de las acusaciones y felonías eran más bien mitos y falsedades populares e incluso llegó a apreciarle en esta etapa, e intentó buscar su salida al extranjero, pero el nuevo gobierno de los Soviet de Petrogrado prohibió su exilio; además se sumó el infausto hecho que tanto Inglaterra, Alemania y su aliada Francia ignoraron los requerimientos de exilio.

En agosto de 1917, temiendo un intento de asesinato, Kérensky exilió a los Románov a Tobolsk, en Siberia. Antes de partir Kérensky previno a Nicolás: "Los soviets desean mi cabeza, después vendrán por usted y su familia". En Tobolsk, la familia del zar gozó de una relativa libertad de movimientos ya que el sector era pro-monárquico, incluso hubo oportunidades de realizar una fuga o ser rescatados ya que la guardia no era numerosa e incluso algunos soldados llegaron a entablar alguna relación amistosa con los prisioneros.

El primer ministro británico Lloyd George, a quien se había solicitado asilo, declinó la propuesta, así como los franceses, no deseando agravar la ya compleja situación política de Europa. Esto sellaría finalmente el fatídico destino de los Románov.

Asesinato y desaparición del zar y su familia

Lenin y sus seguidores ingresaron al territorio ruso mediante la ayuda de Alemania quien le dio amplias facilidades para hacerlo, de este modo, Alemania juzgaba con justa razón que Lenin provocaría el derrocamiento del débil gobierno provisional y la rendición de las fuerzas rusas para de este modo enfocar sus fuerzas en occidente, cosa que ocurrió con el Tratado de Brest-Litovsk, y poner en fuga a Kérenski.

Al triunfar la Segunda Revolución Rusa en Octubre, en la que los bolcheviques -liderados por Lenin- derrocaron al gobierno de Kérenski, y el Soviet Central a cargo de Yákov Sverdlov, un personaje perteneciente al círculo íntimo de Lenin, y quien estaba a cargo administrativamente del destino del zar, ordenó primero el traslado a Moscú del emperador depuesto; pero luego se instruyó el traslado de la familia imperial a Ekaterimburgo, que se hallaba bajo control del Soviet de los Urales con apoyo del Ejército Rojo.

El gobierno alemán había propuesto al Soviet que el emperador refrendara el tratado de paz, pero como segunda intención oculta era negociar la libertad de Nicolás II para posteriormente poder reimplantar el régimen monárquico ya que Alemania se había dado cuenta que la revolución marxista mundial proclamada por Lenin pronto llegaría a las masas populares alemanas. Por esa razón se le había intentado enviar a Moscú en un primer momento. El Soviet, al tanto de estas maniobras y temeroso de lo que implicaba la intención, tomó las providencias para que jamás se volviera a instalar el zarismo en Rusia.

El 4 de julio de 1918, ante el avance de la Legión Checoslovaca hacia la ciudad, se temió que estas tropas liberasen a la familia e intentasen restaurar el régimen del zar. Un escuadrón al mando de Yákov Yurovski relevó a la guardia de la casa, y el 13 de julio recibió la orden del Soviet de los Urales de fusilar a toda la familia.

En la medianoche del 17 de julio el zar junto a los integrantes de la familia fueron llevados al sótano de la Casa I pátiev donde fueron fusilados, junto a algunos sirvientes cercanos, un médico leal e incluso el perro del niño. El pretexto era que se les iba a tomar una fotografía antes de partir; o se les iba a trasladar. Nicolás II colocó al heredero en sus rodillas mientras tomaba asiento junto a la zarina, las hijas se sentaron atrás y los sirvientes y el médico a los costados, de pie. Pasaron unos instantes y repentinamente entró Yákov Yurovski con revolver en mano y 17 soldados armados con fusiles a la bayoneta.

Cuando Yákov Yurovski levanta el revolver y declara al zar que el pueblo ruso le ha condenado a muerte, el zar alcanza a balbucear: -" que?"- y le dispara casi a quemarropa. El zar cae instantáneamente muerto y seguidamente los fusileros realizan una descarga cerrada al resto de la familia. Las niñas, que llevaban corsés apretados y además en su interior estaban cargados con joyas, no mueren inmediatamente y son rematadas a la bayoneta. El zar murió con 50 años recién cumplidos.

Una de las sirvientas que no recibió la primera descarga es perseguida dentro de la habitación y rematada a bayonetazos, e incluso la mascota es muerta de un disparo.

Posteriormente los cuerpos son llevados en camiones y depositados en una mina abandonada.

Al día siguiente, Yurovski, temiendo que el rumor sobre el fusilamiento indujera a recuperar los cuerpos, ordenó su traslado y destrucción de los cadáveres por fuego y ácido y arrojarlos a piques de otras excavaciones, ubicadas 12 km fuera de la ciudad, en la mina que se llama "los cuatro hermanos".

Para la ejecución se seleccionaron doce hombres con revólveres. Dos de ellos se negaron a disparar contra las mujeres. Cuando llegó el vehículo, todos dormían. Al despertarlos se les explicó que debido a la intranquilidad existente en la ciudad, era necesario trasladarlos del piso superior al inferior. Demoraron media hora en vestirse. Abajo habíamos vaciado una pieza que tenía un tabique de madera estucado, para evitar el rebote. La guardia se encontraba en disposición combativa en el cuarto vecino. Los Románov no sospechaban nada. El comandante fue a buscarlos en persona y los condujo hacia la pieza. Nicolás llevaba en brazos a Alexis, los demás llevaban almohadillas y otras cosas pequeñas. Al entrar en la habitación vacía, Alejandra Fiódorovna preguntó: "Cómo, ¿no hay ninguna silla? ¿Ni siquiera podemos sentarnos?" (Según el relato de Yurovski, se trajeron dos) Nicolás puso en una a Alexis y en la otra se sentó Alejandra Fiódorovna. A los demás se les ordenó formar una fila. Hecho esto, llamaron al comandante. Cuando este entró, dijo a los Románov que, como sus parientes en Europa continuaban la ofensiva contra la Rusia soviética, el Comité Ejecutivo de los Urales había decretado fusilarlos. Nicolás se volvió de espaldas, de cara a su familia, y luego, como recobrándose, se volvió y preguntó: "¿Qué, qué?". El comandante repitió la explicación y ordenó al comando que se preparara. Cada uno sabía de antemano contra quién iba a disparar. La orden era apuntar al corazón para evitar el derramamiento de mucha sangre y terminar más rápido. Nicolás no dijo una sola palabra más, de nuevo se volvió cara a su familia, otros lanzaron exclamaciones incoherentes. Luego comenzaron los disparos, que duraron dos o tres minutos. Nicolás fue muerto por el mismo comandante a quemarropa. Luego murieron Alejandra Fiódorovna y su séquito. En total fueron fusiladas doce personas: Nicolás, Alejandra Fiódorovna, su hijo Alexis, sus cuatro hijas: Olga, Tatiana, María y Anastasia - el doctor Botkin, el criado Trupp, el cocinero Tijomírov, el perro de la familia, otro cocinero y una camarera cuyos nombres el comandante no recuerda. (En realidad la camarera Anna Demídova).

Comunicado oficial del Soviet de los Urales.

“Decisión del Presídium del Consejo de Diputados, Obreros, Campesinos y Guardias Rojos de los Urales:

En vista del hecho de que bandas checoslovacas amenazan la capital roja de los Urales, Ekaterimburgo, que el verdugo coronado podía escapar al tribunal del pueblo (un complot de la Guardia Blanca para llevarse a toda la familia imperial acaba de ser descubierto) el Presídium del Comité Divisional, cumpliendo con la voluntad del pueblo, ha decidido que el ex zar Nicolás Románov, culpable ante el pueblo de innumerables crímenes sangrientos, sea fusilado.

La decisión del Presídium del Comité Divisional se llevó a cabo en la noche entre el 16 y 17 de julio."

Endoso del Soviet Central.

"Decisión del Presídium del Comité Central Ejecutivo de Todas las Rusias del 18 de julio.

El Comité Central Ejecutivo de los Consejos de Diputados de Obreros, Campesinos, Guardias Rojos y Cosacos, en la persona de su presidente, aprueba la acción del Presídium del Consejo de los Urales. El presidente del Comité Central Ejecutivo, Sverdlov."

El hallazgo de los cuerpos

En 1979, los historiadores Aleksandr Avdonin y Geli Riábov hallaron la posible tumba de la familia imperial en el bosque de Koptiakí. Temiendo informar del descubrimiento, no lo hicieron público hasta años después. El 12 de abril de 1989 los periódicos informaban del hallazgo. La tumba no fue abierta hasta 1991 por las autoridades soviéticas, hallando en su interior nueve cuerpos. Mediante el examen de los esqueletos, los científicos soviéticos concluyeron que faltaban los cuerpos de Alexis y la Gran Duquesa María. Las identificaciones de los esqueletos fueron confirmadas posteriormente mediante análisis de ADN.

Con su asesinato (ningún juez o jurado le condenó a muerte, ni ordenó su ejecución) por el movimiento revolucionario de los bolcheviques, durante la Segunda Revolución Rusa se extinguió la dinastía Románov. Está enterrado desde 1997 en la Catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo junto con el resto de la familia imperial y de los demás zares rusos.

En 2007 se anunció el descubrimiento de los cuerpos de María y Alexis,[2] que, tras realizarles las pruebas de ADN, serán enterrados junto a sus padres y hermanas.

Canonización

En 1981, la Iglesia Ortodoxa Rusa en el exilio canonizó a los integrantes de la familia Románov, una decisión refrendada en agosto de 2000 por el sínodo de la Ortodoxia Rusa. Desde 1998 sus restos reposan en la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo.

Rehabilitación

El 1 de octubre de 2008 el Tribunal Supremo de Justicia de la Federación de Rusia ha rehabilitado a Nicolás II y su familia, teniendo en cuenta a las víctimas de la represión política bolchevique, una decisión muy esperada por los descendientes de la familia imperial y la Iglesia Ortodoxa Rusa.

De acuerdo al veredicto pronunciado por el juez, el Tribunal Supremo calificó de infundada la represión y estableció la rehabilitación de Nicolás Románov (Nicolás II), Alejandra Románova (su esposa), Alexis, el príncipe heredero (zarévich) y sus hijas Olga, Tatiana, María y Anastasia.[3]

Esta decisión responde favorablemente a una denuncia presentada en 2005 por el abogado de la Gran Duquesa María Vladímirovna, que afirma ser la heredera de Nicolás II. La familia expresó « alegría y satisfacción », dijo su portavoz, Iván Artsichevski, representante de otra rama de descendientes de los Románov. También acogió con beneplácito la decisión de reducir al mínimo su ámbito de aplicación: « El hecho de que el Estado ha reconocido su responsabilidad en este asesinato es un paso hacia un arrepentimiento general y la de rehabilitación de todas las víctimas inocentes de los bolcheviques ».

Bibliografía

  • R. K. MASSIE, "Nicolás y Alejandra". Págs. 541-542
  • Marc Ferro, "Nicolás II". Éditions Payot, 1990.(en francés)
  • Hélène Carrère d'Encausse, "Nicolás II, La transition interrompu". Librairie Arthème Fayard, 1996.(en francés)

Enlaces externos

  • [1]. Excelente y muy documentada web con testimonios de primera mano sobre la vida y personalidades de Nicolás II, su esposa Alejandra y su familia. Información alejada de tópicos e ideas preconcebidas sobre una de las epocas más fascinantes de la historia rusa: el ocaso del zarismo. Deconstruye las figuras míticas de Nicolás y Alejandra y ofrece al lector una nueva aproximación de la historia.
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