Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).
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Pero López de Ayala
Pero (o Pedro) López de Ayala (Vitoria, 1332 - Calahorra, 1407) fue un poeta, historiador, prosista y canciller.
Contenido
Biografía
Nació en Vitoria en una noble familia, hijo de Don Fernán Pérez de Ayala y de Elvira de Cevallos. Su padre era sobrino del Obispo Pedro Gómez Barroso y había recibido instrucción clerical hasta que tuvo que asumir el mayorazgo de su casa; era hombre famoso por su elocuencia y dotes de negociador y de él debió recibir su hijo la educación moral y religiosa que caracteriza su obra y la frecuentación de los Salmos y la Biblia; sin embargo, la juventud del poeta se ocupó en lecturas más profanas:
- Plogome otrosí oír muchas vegadas
- libros de devaneos, de mentiras probadas;
- Amadís e Lançalote, e burlas escantadas,
- en que perdí mi tiempo a muy malas jornadas... (Rimado de Palacio, 163)
Tras la temprana muerte de su hermano mayor, la familia decide cancelar los planes eclesiásticos para él dispuestos y regresa de la Corte de su tío para empezar a representar los intereses familiares como su toledano padre en la Corte Regia. Así, cuando contaba poco más de 20 años, entró al servicio de Pedro I de Castilla, llamado por el pueblo "el Justiciero" y por los nobles "el Cruel". En 1359 navegaba a lo largo del litoral valenciano y catalán en calidad de Capitán de su flota.
Paso al bando de los Trastámara
En 1366 empezó en firme la rebelión de Enrique de Trastámara contra su medio hermano el Rey Pedro I. Pero López de Ayala y su padre se pasaron al bando del pretendiente bastardo al trono, el futuro Enrique II de Castilla:
- Por el rey matar omnes, non llaman justiçiero,
- ca sería nombre falso: más propio es carnicero.
Pedro I había ajusticiado a muchos nobles, a juicio de muchos, más por rencor que por otro motivo. El propio escritor afirmó que
- Viendo que los fechos de don Pedro no iban de buena guisa, determinaron partirse dél.
Los Ayala recibieron ventajas y mercedes por esa defección. Al futuro canciller se le otorgó el título de Alférez mayor del Pendón de la Banda (segundo teniente) de la Orden de la Banda, que ostentó cuando luchó a favor de Enrique en la batalla de Nájera (1367). La acción resultó un revés para las fuerzas insurgentes y el poeta fue capturado por el Príncipe Negro, lo que en el fondo fue una suerte, pues el Rey Pedro lo habría ejecutado sin más. El Príncipe Negro se hizo pagar un crecido rescate por su familia y lo dejó en libertad a los seis meses, llegando a tiempo a Burgos para ver entrar a Enrique victorioso en la ciudad. De éste recibió en pago por su lealtad mercedes como ser nombrado Alcalde mayor de Vitoria y de Toledo, amén de obtener los señoríos de Arciniega, Torre de Valle de Orozco y Valle de Llodio, ricos, fértiles y pintorescos lugares, así como la designación de miembro del Consejo Real. En 1378, viajó a Francia para negociar una alianza contra Inglaterra y Portugal.
Bajo el reinado de Juan I
Al morir Enrique II (1379), su hijo y sucesor Juan I de Castilla confirmó los privilegios otorgados y además los acrecentó, encargándole difíciles misiones diplomáticas, entre ellas su embajada a Carlos VI de Francia, a quien aconsejó tan acertadamente en la batalla de Roosebeke contra los anglo-flamencos (1382), que el monarca francés lo nombró su camarero y le otorgó una pensión vitalicia de mil monedas de oro a Ayala y a su hijo primogénito.
La proclamación de Juan de Avís por los portugueses desvanecía los proyectos que Juan I albergaba de coronarse Rey de Portugal. López de Ayala, que no era partidario de una guerra de Castilla contra los portugueses, se esforzó por disuadir de ello al monarca, mal aconsejado por la joven generación de cortesanos, pero no rehuyó la lucha cuando se produjo, empuñando de nuevo el estandarte de la Orden de la Banda y tratando de neutralizar las imprudencias temerarias de los donceles cortesanos en el desastre de Aljubarrota (1385). Peleó con bravura y cayó preso cubierto de heridas y "quebrados dientes e muelas". Esta vez su cautivero fue mucho peor, pues estuvo prisionero durante un año en el Castillo de Leiria metido dentro de una jaula de hierro, y después en el de Obidos. Mientras esperaba su rescate escribió su Libro de la caza de las aves y parte de su Rimado de Palacio. Fue devuelto a cambio de 30.000 doblas después de que muchos intercediesen en su favor, como su mujer, Doña Leonor de Guzmán, el gran Maestre de la Orden de Calatrava y los Reyes de Castilla y de Francia.
Tras su liberación en 1398 ó 1399, recibió nuevos honores, como ser nombrado camarero y copero mayor de la corte. Además prosiguió su actividad diplomática en Francia. Negoció acuerdos entre Inglaterra y Castilla que condujeron a la Paz de Troncoso (1388); también intervino en la boda entre el Príncipe heredero Enrique con Catalina de Lancáster, e instituyó el título de Príncipe de Asturias. Se opuso con prudencia a la división del reino que proponía Juan I en las Cortes de Guadalajara y, al fallecer este monarca en 1390, formó parte del Consejo de Regencia durante la minoría de edad del futuro Enrique III. En 1392 logró que se firmara la paz entre castellanos y portugueses, dando fin a una guerra prolongada y desastrosa para ambos reinos, y se retiró algún tiempo a sus posesiones, donde se dedicó al estudio y a las letras. Volvió a Castilla para ser nombrado canciller mayor del reino en 1398, y todavía proseguía sus actividades como representante exterior de Castilla cuando súbitamente murió en Calahorra a los 75 años de edad (1407).
Se conserva su estatua yacente, junto con la de su mujer, en el Monasterio de Quejana (Álava), cuyos cuidados dependen de las cinco monjas dominicas que hay en la actualidad. Las dos estatuas yacentes, en mármol, se encuentran al pie del retablo del monasterio, junto a otras estatuas yacentes de los padres del Canciller, Don Fernán y Doña Elvira. Este retablo es una réplica inaugurada el 4 de agosto de 1959, del original, que se halla en Chicago.
El Canciller Ayala vivió una época turbulenta también para toda la Cristiandad, a causa del llamado Cisma de Occidente, que es aludido angustiosamente en su Rimado de Palacio, pues existía la creencia de que mientras hubiera ese cisma ningún alma se salvaría. Su actitud es la de un noble bien intencionado que se indigna ante la inmoralidad imperante, como [`Francisco de Quevedo|Quevedo]] en el siglo XVII, José Cadalso en el XVIII y Larra en el XIX.
Obra literaria
La instrucción del canciller Ayala era muy extensa para lo que se acostumbraba en la época. Aparte de la Biblia, conocía la obra de Tito Livio, Valerio Máximo, San Agustín, Boecio, San Gregorio, San Isidoro, Egidio Romano, Vegecio, Boccaccio y alguna de las versiones de la Estoria de España de Alfonso X el Sabio. Conocía además las colecciones jurídicas de su tiempo, como Juan Andrés, Giovanni Andrea, el Decreto de Graciano...
Rimado de Palacio
Resulta especialmente famosa su obra satírica y didáctica, el Libro Rimado de Palacio, también conocido como Los Rimos, unos 8.200 versos escritos en su mayor parte en cuaderna vía y donde, tras efectuar una confesión general de sus pecados, pasa revista a la sociedad de su tiempo describiendo con ironía a sus contemporáneos de la jerarquía civil (y religiosa ("si estos son ministros, sonlo de Satanás / ca nunca buenas obras tú fazer les verás") y sus hipócritas valores políticos, sociales y morales, mezclando cuadros realistas y disquisiciones moralizantes. Tampoco salen muy bien parados los judíos. Se queja amargamente de cómo se acumulan los impuestos sobre los pobres pecheros y cómo ello provoca una gran crisis demográfica:
- Do moraban mil omes, non moran ya trezientos;
- más vienen que granizo sobre ellos ponimientos;
- fuyen chicos e grandes con tales escarmientos,
- ca ya vivos los queman, sin fuego y sin sarmientos (261)
La prisión de Obidos pone fin a estas reflexiones y el poeta se desahoga en canciones líricas. Unas están dedicadas a la Virgen o prometen visitar diversos santuarios; otras son oraciones de una religiosidad más íntima, puesto que dejan ver una angustia real ante la posibilidad de que Dios haya condenado su alma por sus pecados. La parte final del poema es en realidad un centón y paráfrasis de diversos pasajes de los Morales, un comentario del Libro de Job por San Gregorio Magno que López de Ayala había traducido. En realidad se trata de una mezcla heterogénea de diversos materiales poéticos a los que su autor ha dado cierta unidad con estrofas de transición de unos temas a otros. Las composiciones líricas están hechas en zéjel, y los pasajes en cuaderna vía poseen algunos hemistiquios de ocho sílabas; otros pasajes de composición más tardía, como el Deitado del Cisma de Occidente, usan ya el verso largo. El libro fue comenzado antes de 1385 y quedó concluido en 1403.
Libro de la caza de las aves
En su Libro de la caza de las aves, trató de recoger todo el conocimiento práctico que había acumulado acerca del arte de la cetrería. Lo redactó mientras estuvo preso en Óvidos (Portugal) tras la derrota de Aljubarrota. De esta obra se conservan una treintena de copias, la mayoría en la Biblioteca Nacional de España, pero también las hay en Gran Bretaña (1 copia), Francia (2 copias), Italia (3 copias) y Estados Unidos (4 copias).
Historia de los reyes de Castilla
Escribió asimismo las crónicas de los reinados de Pedro I de Castilla, Enrique de Trastámara (Enrique II de Castilla) y Juan I de Castilla, y una que quedó incompleta del reinado de Enrique III de Castilla, recogidas todas bajo el título de Historia de los reyes de Castilla. En ella se muestra como un historiador de bastante mayor rigor que sus contemporáneos Matteo Villani o Froissart, pues poseía dotes de penetración psicológica y observación más agudas que éstos, como se deduce del hecho de que, por ejemplo, ambos busquen las escenas pintorescas y se recreen en las pompas caballerescas, mientras que a López de Ayala sólo le preocupan los hechos y las circunstancias que los rodean. Vivaz en los retratos, logra con su narración un sobrio dramatismo que hace olvidar por completo ya y por siempre la sequedad de los viejos cronicones.
Traducciones
Tradujo las obras de algunos autores de la Antigüedad, como Tito Livio (las primeras Décadas), en quien estaba interesado como historiador que era, pero también de filósofos como Boecio (De consolatione Philosophia) y de autores más modernos, como San Isidoro (De summo bono), San Gregorio Magno (Morales) o incluso contemporáneos (Guido da Colonna, Crónica troyana) y Boccaccio (Caída de príncipes). Puso especial empeño en los comentarios morales de San Gregorio al Libro de Job y no sólo los editó aparte con el título de Flores de los morales de Job, sino que versificó parte de esta obra en su Rimado de Palacio.
Su Linaje de Ayala es un estudio genealógico. El poeta castellano Pero Ferrús (hacia 1380) dedicó una de sus cantigas a López de Ayala.