Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).
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Jueves 11 de abril. Conferencia de DESIDERIO VAQUERIZO." LOS ORIGENES DE CÓRDOBA". (Presenta J.L.G.C).
Finales de abril, primera semana de mayo. Proyección del documental "MONTE HORQUERA" de FERNANDO PENCO, galardonado en diversos Festivales internacionales (Italia, India, Holanda etc,)
Lunes 11 de Mayo. Conferencia de MANUEL VACAS." LA GUERRA CIVIL EN EL NORTE DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.LAS BATALLAS DE POZOBLANCO Y PEÑARROYA- VALSEQUILLO". (Presenta Antonio BARRAGÁN).Todos los actos en la Sede del Ateneo.
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Recinto amurallado (Palma del Río)
Reseña histórica
A pesar de su emplazamiento, la ciudad de Palma, apenas figura en las memorias de las Españas romana e islámica."En época musulmana parece hubo en él una de tantas fortalezas que a fines del siglo XII el historiador almohade Ibn Sahib al-Sala llama Balma. Sería uno de los castillos que con los fronteros de Sietefilla y Almenara, en la orilla derecha del Guadalquivir, guardaban un importante vado, donde hoy está Peñaflor, en el frecuentado camino de Écija a Mérida y Badajoz, coincidente con una calzada romana" (TORRES BALBÁS, 1971).
Sobre la misma época, y en la Historia de Andalucía, puede leerse: "Durante la presencia almohade se construyó en la ciudad de Córdoba, en la década de los ochenta un nuevo alcázar (...) También se construirían durante los periodos de gran inestabilidad política los recintos amurallados de Castro del Río, Teba y Palma del Río. Esta última, debido a su situación estratégica, sería objeto de un gran crecimiento en época almohade" (SÁNCHEZ, 1980).
Existe una referencia de 1245 en la cual Fernando III confirma al Concejo de Córdoba unas nuevas donaciones de ciertas villas añadiendo entre otras "la fortaleza y villa de Palma"(NIETO, 1979).
En la carta fuero de 1371 otorgada por el Almirante Micer Ambrosio Bocanegra, Señor de esta villa, a los mudéjares de Palma se puede leer: "Otrosi que cada moro casado, que trayga al mi alcaçar de Palma por Pascua de Navidad de cada año una carga de leña" (CALDERÓN, 1988).
"Por primera vez aparece el castillo de Palma documentado en la Real Cédula concedida por el rey Pedro I reconociendo la donación del castillo y la villa de Palma en la persona del hijo del Almirante Micer Egidio Bocanegra, Don Ambrosio Bocanegra, en el privilegio dado en Sevilla el día 20 de Noviembre de 1398" (VALVERDE Y TOLEDO, 1985).
Fray Ambrosio de Torres en su Palma Ilustrada reeditada en 1963, hace una descripción del castillo antes de la batalla en la que Don Luis Portocarrero derrotó a las fuerzas árabes en 1483: "A lo último del lugar, por la parte que mira hacia el Guadalquivir, hay una alta torre o fuerte baluarte de la fortaleza que llaman el castillo, que en lo antiguo era donde Palma tenía su mayor defensa. Debajo de esta torre hay una puerta que, cuando estaba el pueblo reducido al sólo recinto de sus muros, era la más fuerte y principal defensa. Hace en su entrada un corto recodo por el lado de la siniestra mano para buscar en otra puerta la salida; ardid que inventó el arte militar para que, si acaso se apoderase el sitiador de una puerta, no perdiesen los sitiados la esperanza, quedando otra puerta para su defensa" (TORRES Y ORDEN, 1963).
Las últimas referencias se encuentran en el litigio que a raíz del testamento de Luis Portocarrero, VII Señor de Palma, se dan el 16 de noviembre de 1503 cuando comparecen ante el alcalde de la villa para acometer el reparto de los bienes de su padre Luis Portocarrero (VIII Señor de Palma) y su hermano Fadrique. Al margen del pleito, nos interesa resaltar que aún se producen referencias a la cuestión que nos ocupa en la valoración de los bienes objeto de la polémica: "Las maderas existentes en el castillo no se apreciaron por no haber oficial que pudiera hacerlo..." y "Las aceñas del castillo y las aceñas del olivar que rentaban cada una 266 cahices de trigo" (CALDERÓN, 1987).
"El abandono y el deterioro se cebaron en el castillo de Palma, que dejó de ser sede o residencia de los Señores de Palma cuando se trasladaron al palacio que edificaron dentro del recinto amurallado"..."Los palacios renacentistas fueron los símbolos de una sociedad que ya no vive ante el temor de una invasión, y busca otras series de necesidades que las áridas fortalezas militares no le proporcionaban" (VALVERDE Y TOLEDO, 1985).
Un proceso de deterioro similar han sufrido todo el recinto y los inmuebles que lo componen hasta presentar el aspecto con que actualmente lo conocemos. Un intento de solucionar este problema supuso la incoación de un expediente para la declaración como Bien de Interés Cultural con la denominación de Conjunto Histórico en 1983.
Buena muestra de la importancia del Recinto son las palabras de un eminente arabista: "Las murallas del recinto musulmán, con sus reparaciones y añadidos posteriores, el palacio y la torre parroquial bien merecen protección que asegure su solidaria permanencia. Obras de tan diversas épocas y estilos forman hoy un atractivo conjunto de perfecta unidad"... "Palma conserva, en la parte más encumbrada de su solar, ocupada por el templo, el palacio y las murallas, un admirable ejemplo de agrupamiento arquitectónico al que contribuyeron distintas épocas y artes muy diversos. Lamentable sería que tan valioso y bello testimonio del pasado desapareciese o fuese alterado con construcciones adosadas" (TORRES BALBÁS, 1955).
Descripción
El recinto fortificado de Palma comprende dos estructuras diferenciadas, siendo una la alcazaba, de posible origen almorávide, y la otra la cerca, de época almohade, que defendía la villa.
La alcazaba se encontraba en el ángulo NO del recinto y se componía de un muro que seguía el borde del antiguo meandro del Genil (a,b), un muro orientado al Norte con dos torres (c,d) y otro al Este defendido por tres torres de las que quedan restos(e,f,g), recibiendo una de ellas el nombre de Mesa de San Pedro (e). Se completaba con otro muro al Sur que la cerraba (g,a).
Las ruinas de las dependencias interiores han sufrido diversas intervenciones durante este siglo: graveras, extracción de escombros, zanjas para enterrar basura... Colmatándose posteriormente algunas de estas zonas con rellenos de escombros.
Los flancos Oeste y Sur están visiblemente menos fortificados pues estuvieron protegidos por el río Genil que discurría a sus pies.
La cerca de época almohade, se compone de amplios lienzos de muralla fortalecidos por abundantes torreones de los que aún se conservan la mayoría. Parte ésta de la torre (c) de la Alcazaba y en línea recta llega hasta la torre poligonal (h) donde se abre una puerta en recodo, en cuyo interior se estableció en el siglo XVIII la Capilla de Nuestra Señora de las Angustias; de esta torre y "a la altura de las almenas -muy diferentes de las del resto del recinto- se conservan aún los matacanes de defensa de esta entrada"(NIETO, 1979).
De allí seguía con el mismo trazado hasta la torre (i) desde donde se curva en dirección SE con un tramo reforzado por cuatro torres (j,k,l,m) hasta llegar a la otra puerta en recodo (n) llamada de el Sol y que a partir de su construcción debió constituirse en entrada principal a la villa. Sus dimensiones son claramente superiores a las de las demás torres, lo que junto a la proximidad de la anterior contribuiría poderosamente a la defensa de esta entrada. " Hoy, sin embargo, debido a las reformas os arcos de herradura, siendo visible -en perfecto estado de conservación- desde el interior del edificio-cochera adosado a este ángulo"(NIETO, 1979); esta puerta aún conserva parte del matacán que servía para su defensa.
El espacio entre ambas puertas fue cubierto a comienzos del XVI "con bóveda de ladrillo de canto y en los cuatro cuarterones o lunetas formando bovedillas. Cuatro nervios de ladrillo de canto matadas las aristas arrancan (de) las ménsulas de piedra con adornos ojivales y escudos de armas que no se aprecian bien por estar cubiertos por innumerables capas de cal. En el centro clave rectangular con cuatro escudos de armas puntiagudos por abajo con los blasones de los Portocarreros -y Manriques- separados los escudos por ramas de cardo"(RAMÍREZ DE ARELLANO, 1983).
De allí y en dirección SO continúa otro lienzo defendido por cuatro torres (ñ,o,p,q) hasta una esquina sin torre (r), desde donde parte un lienzo que seguiría el curso del río hasta unirse al muro de la Alcazaba (r,a). Ésta es una de las zonas peor conservadas en la actualidad. Algún autor sitúa hacia la mitad de este lienzo los restos de una torre (s); actualmente se aprecian los restos de una estructura que quizás pudiese confirmar dicha teoría.
La altura de la muralla oscila entre los seis y ocho metros. Tiene un adarve protegido por almenas rectangulares, de las que se conservan algunas originales. Los torreones "son sólidos hasta la altura de los adarves, teniendo, a partir de este nivel, una habitación cubierta de bóvedas de ladrillo y una escalerilla de acceso a la azotea del torreón"(NIETO, 1979).
La altura total de los torreones alcanza los once metros, tienen las paredes lisas y una faja superior bajo las almenas formada por dos impostas de ladrillo paralelas de tradición almohade.
Técnica constructiva
En el mundo hispanomusulmán se emplearon diversos materiales y técnicas para la construcción de recintos fortificados; en nuestro caso se eligió el tapial.
"La fábrica de las cercas era función del material existente al pie de obra, pero también de los recursos económicos de las gentes que las levantaban"..."Desde el siglo XI, a consecuencia de la caída del califato y en los reinos de taifas triunfó el económico tapial..." (TORRES BALBÁS, 1971).
El tapial "... era un procedimiento de construcción fácil, rápido y económico, vigente a través de los siglos para humildes construcciones que según un conocido texto de Plinio se empleaba mucho en España y Africa. El autor latino elogia su dureza y solidez" (TORRES BALBÁS, 1971).
La definición del tapial se puede concretar como la formación de estructuras con barro moldeado entre "dos tableros de madera (hormas, del latín), verticales y paralelos, separados a distancia igual al ancho según el grosor que se quiera dar al grueso del muro y sujetos uno al otro por unos travesaños, palos de madera horizontales llamados agujas o cárceles, que sirven de molde, y entre ellos se va rellenando con piedra, grava -de mayor o menor tamaño- y mortero de cal, echado por capas o tongadas bien apisonadas. Al fraguar el mortero, la fábrica del muro se endurece y los tableros pueden trasladarse a ambos lados, para continuar la tapia en longitud o sobre la ya levantada, para elevar el muro. La argamasa variaba mucho pues se podía emplear en ella desde muy pequeña gravilla de río como acostumbraban los romanos, hasta piedras de bastante magnitud, como se encuentran en muros de construcciones hispanomusulmanas" (TORRES BALBÁS, 1971).
En nuestro caso, a la tierra roja del lugar (arcilla) y para evitar la contracción de la misma, a tres partes de ésta se le añadían dos partes de arena y tres de grava; y para dar mayor consistencia y protegerla de la humedad se le añadía cal (CASTRO, 1986).
Otra característica a destacar en la construcción es la colocación de tapialeras con medidas recogidas por Torres Balbás, dicho autor indica que las medidas corrientes de éstas son de 82 a 85 cm. "La tapia venía a tener 835 milímetros 9 décimas, equivalente a una vara. La altura de los muros se medía, lo mismo en la España musulmana que en la cristiana por tapias".
Siguiendo el estudio de Castro Escobar sobre el Recinto Amurallado de Palma, las agujas o cárceles están colocadas horizontalmente en la cerca y en los torreones en las seis primeras alturas y sin embargo a partir de ésta, aparecen inclinados; la justificación del cambio de procedimiento, viene dada por la imposibilidad de apuntalamiento, por lo que sería necesario la introducción en la masa de las agujas que sirvieran de soporte y sujeción a los tableros.
El sistema de encofrado de los torreones se diferenciaba del de la cerca, puesto que en la muralla se colocaban los dos tableros de madera, sujetándolos mediante cárceles o maderos horizontales uno contra otro. En los torreones cuando la distancia entre las caras opuestas es de gran longitud, los tableros se apoyan en agujas horizontales, apuntalándolos desde el exterior para evitar su vuelco. Pero cuando la altura era demasiado grande, se recurría a las agujas inclinadas, ante la dificultad de apuntalamiento exterior.
Procedente de la web de la Asociación Saxoferreo de Palma del Río, con su permiso de publicación en esta Enciclopedia del Ateneo.