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Leopoldo Alas "Clarín"
El escritor español Leopoldo Enrique García-Alas Ureña, Clarín nació el 25 de abril de 1852 en Zamora (Castilla y León), adonde su familia se había trasladado desde Oviedo (Asturias), al ser nombrado su padre, Jenaro García Alas, gobernador de la ciudad leonesa. Leopoldo fue el tercer hijo del matrimonio. Falleció en Oviedo el 13 de junio de 1901.
En la casa se hablaba continuamente de Asturias y su madre, con cierta nostalgia, contaba relatos de aquella tierra de sus antepasados. Este ambiente influyó en gran medida en el espíritu del niño Leopoldo que desde siempre se sintió más asturiano que castellano-leonés, aunque a lo largo de su vida conservó un cariño especial por las tierras que le vieron nacer.
A los siete años entró a estudiar en el colegio de los jesuitas ubicado en la ciudad de León en el edificio de San Marcos (actual parador de turismo). Desde el principio supo adaptarse a las normas y a la disciplina del centro de tal manera que a los pocos meses era considerado como un alumno modelo. Sus compañeros le conocían con el mote de el Gobernador, por alusión a la profesión de su padre. Sus biógrafos aseguran que esta etapa estudiantil engendró en Leopoldo el sentimentalismo religioso y el principio de gran disciplina moral que fueron la base de su carácter. En este primer año escolar ganó una banda azul como premio y trofeo literario. La conservó toda su vida y se encontraba entre los objetos más queridos del museo familiar.
En el verano de 1859 toda la familia regresó a Asturias. Leopoldo descubrió con sus propios ojos la geografía asturiana de la que tanto había oído hablar a su madre. Durante los años siguientes Leopoldo se ve en libertad por las tierras de Guimarán, propiedad de su padre, donde aprenderá directamente de la Naturaleza y de los libros que encuentra en la vieja biblioteca familiar donde entra en contacto por primera vez con dos autores que serán sus maestros: Cervantes y Fray Luis de León.
El 4 de octubre de 1863, a la edad de once años, Leopoldo ingresa en la Universidad de Oviedo en lo que se llamaban estudios preparatorios, matriculándose en las asignaturas de Latín, Aritmética y Doctrina Cristiana. El curso lo terminó con la nota de sobresaliente y con la adquisición de tres buenos amigos: Armando Palacio Valdés, Tomás Tuero (que fue también escritor, traductor y crítico literario) y Pío Rubín (escritor).
Contenido
Bachillerato y Universidad
Desde 1864 a 1869 efectuó sus estudios de Bachillerato en la ciudad de Oviedo. El 8 de mayo recibió grado de bachiller en Artes con la calificación de sobresaliente, a la edad de diecisiete años. En el mes de octubre de 1869 ingresó en la Universidad de Oviedo. Ese mismo mes, el día 21, salió un decreto declarando la enseñanza libre, que le sirvió a Clarín para hacer su licenciatura en Derecho en tan sólo dos años. En junio de 1871 obtuvo el grado de licenciado en Derecho Civil y Derecho Canónico, con la calificación de aprobado, que era la única nota que existía (se habían suprimido las otras calificaciones superiores). Por esta época se despertaron en él sus aficiones periodísticas. Los comienzos fueron con un periódico artesanal, titulado Juan Ruiz, cuyo director, redactor y amanuense fue el propio Leopoldo. El periódico llegó a manos de casi toda la sociedad de Oviedo y tuvo gran éxito entre los estudiantes.
Llegada a Madrid
Después de finalizar sus estudios en la Universidad, se trasladó a Madrid para hacer el doctorado, alojándose en una posada de la calle de Capellanes. Allí encontró a sus amigos de Oviedo, Tuero, Palacio Valdés y Rubín. El grupo fue pronto conocido como los de Oviedo. Los primeros tiempos en la capital no fueron satisfactorios para Leopoldo que añoraba su tierra asturiana, las montañas y la bruma.
Años atrás había entrado en España la teoría del krausismo, de la mano del jurista y filósofo español Julián Sanz del Río que había sido discípulo en Alemania de Karl Krause. Sanz del Río fue profesor de Filosofía del Derecho ejerciendo tal influencia entre sus alumnos que éstos aplicarían el krausismo poniendo en marcha un movimiento ideológico intelectual que culminó con una gran reforma en la educación libre, no sólo en España sino también en Hispanoamérica, y en cambios relativos a la sociedad y a la política. Pero fue expulsado de la cátedra a instancias de Isabel II y alguno de sus ministros por considerar tal doctrina como peligrosa para la seguridad del régimen. Este hecho ocasionó un gran revuelo entre los jóvenes seguidores de Sanz del Río que siguieron transmitiendo sus enseñanzas a los siguientes discípulos. Krausistas destacados fueron Joaquín Costa, Francisco Pi i Margall, Nicolás Salmerón, Rafael María de Labra Emilio Castelar y Adolfo Camus. Fue en la cátedra de este último y de Nicolás Salmerón donde Leopoldo se empapó de las ideas krausistas que hicieron nacer en él poco a poco, la duda religiosa y el escepticismo filosófico.
En la Cervecería Inglesa de Madrid se reunían en tertulia los de Oviedo. Poco a poco el grupo se fue incrementando con jóvenes intelectuales apasionados como ellos por la libertad y las nuevas ideas. Uno de estos nuevos contertulios fue Leopoldo Cano (futuro escritor y autor de "La Pasionaria"). Durante aquel curso, Clarín se vio en constante lucha interior no sólo con el krausismo sino con el naturalismo literario y el liberalismo laico. Todavía tenía ciertas reservas, pero al finalizar el año, el mismo Clarín comenta que su espíritu se había fortalecido y había capitulado del todo, no sin antes emplear y poner su capacidad de crítico a la defensiva, actitud que ha de acompañarle el resto de su vida.
El Solfeo
En diciembre de 1874 termina la Primera República con la retirada de su Presidente Pi i Margall y la Restauración monárquica en la figura de Alfonso XII, hijo de la destronada Isabel II.
En marzo de 1875, Antonio Sánchez Pérez (no se conoce su biografía) fundó un periódico con el nombre de El Solfeo. El 5 de julio entraron en su redacción unos cuantos jóvenes, entre ellos Leopoldo Alas. El periódico pasó totalmente desapercibido y ni siquiera fue nombrado por los cronistas de la época. Su director quiso que sus colaboradores tomaran como pseudónimo el nombre de un instrumento musical y así fue como Leopoldo eligió el clarín que a partir de ahí sería el alias con que firmaría todos sus artículos. La columna donde escribía tenía el título de «Azotacalles de Madrid» (Apuntes en la pared). El día 2 de octubre de 1875, el escritor firmó por primera vez como Clarín, inaugurando el espacio con el verso que el lector puede ver arriba de esta página, en la plantilla de presentación. De esta forma Leopoldo Alas entró en la vida literaria de la época y desde su columna empezó a lanzar duras críticas llenas de ironía contra la clase política de la Restauración.
Clarín empieza a gozar de popularidad al mismo tiempo que le llegan abundantes disgustos y bastantes enemigos. Cada nuevo artículo se convierte en un nuevo escándalo, criticado o alabado en las tertulias de la Cervecería Inglesa o del Ateneo de la calle de Arenal. Clarín sigue adelante en su estilo asegurando que el crítico que dice la verdad no medra y que el poeta aunque sea malo llega de redondilla en redondilla a jefe de negociado. Junto con esta actividad literaria, continúa con sus estudios, preparando el doctorado.
Revista de Asturias
Aparte del género periodístico, Clarín siente la necesidad de cultivar otros géneros literarios. Félix Aramburu (poeta y notable escritor de Derecho penal), amigo entrañable de Leopoldo era el director y editor en Oviedo de una revista llamada Revista de Asturias. Este amigo no sólo le animó a escribir otro tipo de narraciones sino que le ofreció un lugar en su propia revista. En el verano de 1876, Clarín escribe sus primeros cuentos y algunas poesías que meses después se irán editando en la Revista ovetense. Con estas colaboraciones el gran escritor fue dándose a conocer.
Doctorado y cátedra
El 1 de julio de 1878 obtuvo Leopoldo Alas el título de doctor en Derecho civil y canónico, con la calificación de sobresaliente. Presentó su tesis doctoral sobre el tema "El derecho y la moralidad" en cuya edición puede verse la dedicatoria A don Francisco Giner de los Ríos, su sincero amigo y reconocido discípulo. Es el primer libro de Leopoldo que sale de una imprenta y el único en que no aparece su seudónimo Clarín.
Después de unas largas vacaciones en las tierras de Guimerán, Alas regresa a Madrid para preparar brevemente su presentación a las oposiciones que en el mes de noviembre se celebrarían en Salamanca para cubrir la plaza vacante de la cátedra de Economía Política y Estadística en la Universidad. Los sucesivos ejercicios fueron un continuo éxito para Leopoldo y hasta obtuvo el primer lugar en la terna de opositores. De estos éxitos se ocuparon los periódicos de Madrid y la noticia se dio también en la Revista de Asturias, (Oviedo, nº 40, 5.XII.1878, sección «Ecos y rumores»). Pero hubo un obstáculo grave para el éxito definitivo: el conde de Toreno (|Queipo de Llano) era por entonces ministro de Instrucción Pública y gozaba de un derecho de elección final del candidato. El conde de Toreno había sido blanco de las terribles sátiras de Clarín en El Solfeo, cosa que nunca olvidó y desposeyó a Clarín de la cátedra ganada, en beneficio del número dos de la terna de opositores, el señor Mantecón. Leopoldo Alas escribió una carta abierta de protesta al ministro y años después recordaría con amargura estos sucesos escribiendo: Yo aprendí de ellos (Salmerón y Giner) a respetar convicciones, y el mayor ultraje que me hizo, tal vez sin saberlo, el conde de Toreno, al negarme una cátedra que era mía, fue la implícita sospecha de que fuese yo un libre pensador como el boticario Homais de Flaubert, capaz de apedrear y despedazar con las herejías que a mí se me ocurriesen, el fanal en que guardaran su fe mis discípulos.
Cuatro años más tarde, la "Revista de Legislación y Jurisprudencia" publicó en desagravio y con todos los honores el trabajo que Clarín había presentado en las oposiciones de Salamanca bajo el título de "Programa analítico de Economía política y Estadística".
El año 1882 fue para Clarín un año de suerte. El 12 de julio pudo leer en la Gaceta Oficial su nombramiento para la cátedra de Economía Política y Estadística, concedida para la Universidad de Zaragoza, y el 29 de agosto tuvo lugar su boda con Onofre García Argüelles, en la localidad asturiana de La Laguna (valle de Langreo), en el palacio de la familia García Argüelles. Al año siguiente regresó a Oviedo como catedrático de Derecho Romano y más tarde se ocupó también de la cátedra de Derecho Natural en la Universidad de Oviedo.
Clarín como profesor
Se decía entre sus contemporáneos que para conocer a Clarín era necesario asistir a su cátedra de Derecho Natural. Según sus propias palabras, era partidario de sugerir a sus alumnos un hábito de reflexión mejor que enseñar una ciencia a secas y no se conformaba con enseñar una serie de preceptos a aplicar en el futuro. Sus lecciones solían empezar con un precepto de Justiniano y continuaba con citas del Quijote o de Santa Teresa, para terminar con Tolstoi, Renan o San Francisco de Asís. Muchos de sus alumnos no llegaban a entender este sistema y acusaban a Clarín de ser un hueso (serio, estricto, exigente y por lo general con fama de suspender). Clarín estimaba a sus alumnos cuando eran capaces de entender el espíritu de sus enseñanzas antes que la letra. Tenía un sentido de la justicia muy severo a la hora de calificar y nunca aceptó ni sobornos ni recomendaciones; se le acusaba de carecer de ningún tipo de benevolencia. La cátedra fue para Clarín una gran responsabilidad y una preocupación constante (según sus propias palabras) y se entregaba a ella con toda honestidad.
Caciquismo literario
Casi todos los biógrafos de Clarín vienen a estar de acuerdo en este punto: su caciquismo literario, algo tiránico. Desde su retiro de Oviedo llega a hacerse temer y respetar en Madrid y se da a conocer en Europa y en América. Fue un provinciano universal, aunque su ciudad, Oviedo, nunca comprendió su universalidad. Se le consideraba como un hombrecillo nervioso y miope, que daba clases en la Universidad y que por las tardes jugaba al tresillo en el Casino. Los estudiantes le temían por su severidad y la sociedad le consideraba un ateo liberal.
Obra literaria
Durante los ratos libres que le dejara la cátedra de la Universidad, Clarín escribía artículos para los periódicos El Globo, La Ilustración y Madrid Cómico. Envía a los periódicos de El Imparcial y Madrid cómico sus «Paliques» satíricos y mordaces que le proporcionarán algunos enemigos adicionales.
En 1881 se publicó el libro Solos de Clarín que recogió los artículos de crítica literaria. El prólogo es de Echegaray. Ese mismo año, en el mes de octubre publicó en La Ilustración Gallega y Asturiana el artículo «La Universidad de Oviedo», en el que hace un elogio al claustro restaurado y formado por los profesores Buylla, Aramburu, Díaz Ordóñez, entre otros.
A los 31 años de edad escribe Clarín su obra maestra La Regenta. En junio de 1885 salió a la calle el segundo volumen de esta composición del arte literario. En 1886 se edita su primer libro de cuentos con el título de Pipá. En 1889 termina un ensayo biográfico sobre Galdós, dentro de una serie titulada "Celebridades españolas contemporáneas". A finales de junio de 1891, el editor Fernando Fe saca a la luz la segunda novela larga de Clarín: Su único hijo.
En 1892 Clarín pasa por una crisis de personalidad y religiosa en que, según sus palabras, trata de encontrar a su yo y a Dios. Poco después dejó reflejar dicha crisis en su cuento Cambio de Luz, cuyo protagonista Jorge Arial representa al autor y sus preocupaciones, sus dudas religiosas y su escepticismo filosófico. Clarín define a este personaje como "místico vergonzante".
En 1894 se despertó su afición por el teatro por influencia de sus amigos la actriz María Guerrero y el dramaturgo Echegaray. Los biógrafos dicen que es un contrasentido en un hombre amante de la realidad y enemigo de la farsa. Por eso su primera obra teatral Teresa (ensayo dramático en un acto y en prosa) es una página real de su propia vida. Se publicó y se estrenó el 20 de marzo, en el teatro Español de Madrid, en homenaje que se daba a la actriz María Guerrero. La obra resultó un rotundo fracaso, argumentando los críticos que carecía de arquitectura escénica y que tenía todos los defectos de un escritor novato.
Durante los últimos años de su vida, Clarín recibe gran cantidad de ofertas para colaboraciones así como peticiones de autorización para traducir su obra en nuevas ediciones. En 1900, la Casa Maucci de Barcelona, le encarga la traducción de la novela de Émile Zola Trabajo. La retribución es buena y Clarín piensa que una traducción no le dará tanto trabajo como escribir. Pero los tecnicismos y palabras difíciles del escritor francés, unido al perfeccionismo de Clarín hacen que el trabajo se alargue durante meses, agotando la poca salud que tenía en aquellos años. Traduce día y noche para cumplir con la fecha indicada por la editorial, agotado pero contento de poder contribuir en dar a conocer al pensador más ultrajado de todo el siglo XIX.
Enfermedad y muerte
Clarín venía arrastrando su enfermedad desde años atrás y en los primeros meses de 1901 se sentía ya exhausto. En el mes de mayo viajó a León, invitado por su primo Ureña, con motivo de los festejos que se celebraron por haberse terminado la reconstrucción de la catedral. En esta ciudad revivió su infancia y fue agasajado y querido por muchas personalidades. A su vuelta comentó: En León pasé horas verdaderamente felices.
Una vez de vuelta a Oviedo sintió de nuevo y muy cercana su enfermedad. Allí fue acompañado constantemente por su sobrino el joven médico Alfredo Martínez, que le diagnosticó una tuberculosis intestinal en último grado, enfermedad incurable en aquella época.
El 13 de junio de 1901, a las siete de la mañana, murió Leopoldo Alas, a la edad de cuarenta y nueve años. El féretro fue velado en el claustro de la Universidad donde acudieron profesores, amigos y familiares del escritor. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio de El Salvador.
En Madrid, el escritor Bonafoux (mediocre escritor según Clarín y otros escritores de la época), fiel enemigo hasta la muerte, preparó el artículo necrológico en que añadió estas palabras: Yo he sido el primero en alegrarme de la muerte de Clarín. [ ] En su entierro se escuchó el silencio que se escucha en los entierros de los tiranos.
Anécdotas
Parece ser que la pesadilla de todos los amigos y conocidos de Clarín era su letra ininteligible. Por ello recibía bastante a menudo críticas constructivas, alguna mofa o alguna queja:
- Pérez Galdós: En una carta dirigida a Clarín le dice, ¡Cuán más hermoso recibir un papel lleno de garabatos y prepararse a los goces puros de la adivinación! Ir conquistando sílaba a sílaba el reino misterioso de su escritura caldea.
- Emilia Pardo Bazán: Ya tenía ganas de ver sus deliciosos garabatitos.
Clarín recibía continuamente cartas tanto para elogiarle, para insultarle o para pedir consejo y beneplácito sobre otras novelas. En una ocasión Clarín había escrito en sus Paliques que en España en aquellos años no había más que dos poetas y medio: Ramón de Campoamor, Gaspar Núñez de Arce y Manuel del Palacio (que se suponía era el medio). Este último, sintiéndose ofendido y humillado, envió a la finca de Guimerán donde se encontraba Clarín de vacaciones una larga epístola escrita en tercetos y llena de insultos. La respuesta fue dura y arrolladora. Compuso otra epístola con un número de versos aproximado a los de Palacio que tituló "A 050 poeta (epístola en versos con notas en prosa clara). Toda España la leyó y toda España habló de Manuel del Palacio como el medio poeta. Fue el regocijo de las tertulias madrileñas. El aludido no replicó y ahí terminó el asunto.
En 1891, Clarín fue elegido para concejal republicano del Ayuntamiento de Oviedo en sufragio universal. Durante la reunión del acto de nombramiento, Clarín permaneció callado, pero sus nervios se dispararon al escuchar de boca de otro concejal que leía el acta, un haiga. El profesor se echó sobre él con tanta furia dialéctica que el concejal, avergonzado por las risas de sus compañeros y del público asistente, presentó inmediatamente su dimisión. Clarín intervino de nuevo y consiguió que retirase la dimisión.
Citas
- Feliz yo si evito que todas estas doctrinas anarquistas, materialistas, mezcladas con ideas de amor y de justicia, grandes y hermosas, lleguen al pío lector con tantos galicismos como sería de temer.
- El eclecticismo de Balmes es originariamente infecundo, ya que sueña con alianzas imposibles entre sus creencias y las corrientes del siglo.
- Yo era entonces un idealista de cátedra...
- Me nacieron en Zamora...
- ¡Qué de famas irritantes, de escritores hueros, necios, vulgarísimos no ha habido que combatir como quien apaga un incendio, durante estos 20 años!
- No seamos pesimistas -porque no hay para qué-, si no hemos llegado a la evidencia científica de que el Universo es lo más malo que cabría imaginar que fuera.
- La buena crianza nos exige que no hablemos a las personas de lo que no entienden, de lo que no les interesa; que no aburramos al prójimo con las preocupaciones de nuestro egoísmo haciéndole prestar atención a nuestras gracias, aventuras y milagros.
- La buena crianza pide también que no escandalicemos a quien nos oye con desvergüenzas, blasfemias, chistes demasiado verdes, etc., etc. La buena crianza pide que no demos latas a nadie (usando una palabra que me disgusta, pero hoy muy corriente).
Referencias
Bibliografía
- "Obras selectas de Leopoldo Alas Clarín". Biblioteca Nueva, Madrid 1966. Depósito legal: M. 17673. Autor de los datos biográficos: Juan Antonio Cabezas, Madrid 1947.
- VALBUENA Y PRAT, Ángel (catedrático de Literatura). Historia de la literatura española. Gustavo Gili, editor. Barcelona 1946.
Artículo de la Enciclopedia Libre Universal en Español.
Este artículo debe revisar su categorización por un bibliotecario (actualmente el encargado es Sir Arthur (dis. - cont.).