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Urraca I de León y Castilla

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Urraca I de León y Castilla (León, 24 de junio de 1081 – Saldaña, 8 de marzo de 1126), fue reina de León y de Castilla (1109 - 1126).

Condesa de Galicia

Primera hija del rey Alfonso VI y de su segunda esposa Constanza de Borgoña, el nacimiento de su hermanastro Sancho en 1093 la apartó de la línea sucesoria al trono de su padre.

En 1090, Urraca contrajo matrimonio con Raimundo de Borgoña, un noble francés que llegó a León tras la batalla de Zalaca respondiendo al llamamiento que Alfonso VI realizó a la cristiandad europea con la intención de organizar una cruzada contra los almorávides que asolaban sus reinos. Del matrimonio de Urraca con Raimundo nacerían dos hijos: Sancha (1102) y Alfonso Raimúndez, el futuro Alfonso VII (1104).

En 1095, a raíz del matrimonio de otra de las hijas de Alfonso VI, Teresa de León, con Enrique de Borgoña, el monarca dividió Galicia en dos condados: el condado de Galicia fue concedido a Urraca y Raimundo, y el condado Portucalense que comprendía las tierras entre los ríos Duero y Miño y que correspondió como dote a Teresa y Enrique y que con el tiempo daría lugar al reino independiente de Portugal.

Reina de León y de Castilla

Ascensión al trono

En 1108 fallece su hermanastro Sancho en la batalla de Uclés. La muerte del único descendiente varón de Alfonso VI convierte a Urraca, que había enviudado un año antes, en la candidata mejor situada para suceder a su padre quien reúne en Toledo a los nobles del reino y les comunica el hecho, hasta entonces insólito, de que ella es la elegida para sucederle.

Los nobles aceptan la designación real pero exigen que Urraca contrajera un nuevo matrimonio. Inmediatamente surgen varios candidatos para desposar a la heredera al trono entre los que destacan el Conde de Candespina Gómez González y el conde Pedro González de Lara. Alfonso VI, temiendo que las rivalidades que existían entre los nobles castellanos y leoneses se incrementaran por este motivo, decide casar a Urraca con el rey aragonés Alfonso el Batallador. El matrimonio se celebra en 1109 en el castillo de Monzón de Campos, con el alcaide de la fortaleza, don Pedro Ansúrez apadrinando el enlace, sin que quede del todo claro si fue antes o después de la muerte del rey Alfonso VI.

Primera etapa (1109 – 1110) =

El matrimonio entre Urraca y Alfonso se inicia con la oposición de distintas facciones políticas contrarias a la unión por motivaciones muy distintas.

Una primera facción estaba formado por el clero francés que se había visto muy reforzado gracias al origen borgoñés del primer marido de Urraca y que temía perder sus privilegios.

Una segunda facción tenía su centro en Galicia y su rechazo a la unión entre Urraca y Alfonso venía motivado por la pérdida de los derechos al trono castellano-leonés del hijo de Urraca, Alfonso Raimúndez. En efecto, uno de los primeros actos que tomaron los monarcas fue la firma de un pacto según el cual los cónyuges se otorgaban recíprocamente potestad soberana en el reino del otro, declaraban heredero de ambos al hijo que pudieran engendrar y que si de la unión entre ambos no naciera heredero alguno cada cónyuge sucedería al otro en caso de muerte de alguno de ellos. Este sector se encontró desde un prime momento dividido en dos tendencias: una encabezada por el obispo de Santiago de Compostela, Diego Gelmírez que defendía la posición del infante Alfonso como sucesor de Urraca; y otra encabezada por Pedro Fróilaz, conde de Traba y tutor del príncipe Alfonso quien se inclinaba por la independencia de Galicia cuyo trono ocuparía Alfonso.

Un tercer grupo opositor al matrimonio real radicaba en la misma corte y estaba encabezada por el conde de Candespina y la motivación de su oposición venía dada por su temor a la pérdida de poder, sensación que se vio pronto confirmada cuando Alfonso I nombró a nobles aragoneses y navarros para importantes cargos públicos y como alcaides de los castillos y enclaves castellanos y leoneses.

Será el conde de Traba quien desde Galicia inicie el primer movimiento agresivo contra los monarcas cuando reclamó los derechos hereditarios del infante Alfonso. En respuesta a la rebelión gallega Alfonso el Batallador se dirigió al frente de su ejército hacia Galicia y, en 1110, restableció el orden en el condado rebelde al vencer a las tropas gallegas en el castillo de Monterroso. La rebelión gallega contra el poder real fue sólo el inicio de una serie de conflictos políticos y bélicos que, los caracteres opuestos de Urraca y Alfonso y su antipatía mutua, van a alentar en los sucesivos años y que van a sumir a los reinos hispánicos en una continua guerra civil.

Pronto se diferencian dos tendencias en la facción opuesta al matrimonio radicada en la propia corte. Una apoya a Alfonso como soberano y está integrada por la baja nobleza y las grandes ciudades que bordean el Camino de Santiago deseosos de deshacerse de los señoríos eclesiásticos, la otra apoya a Urraca y está formada por la alta nobleza y el clero que trabajará activamente para lograr la anulación eclesiástica del matrimonio argumentando ante el papa Pascual II que el mismo era incestuoso debido a la consanguinidad de los esposos (ambos eran biznietos de Sancho Garcés III de Pamplona). El pontífice amenaza con la excomunión de los monarcas si estos no anulan el matrimonio.

Urraca decide alejarse de Alfonso y se refugia en el monasterio de Sahagún. Alfonso I recibe noticias de que el arzobispo de Toledo está maniobrando para obtener la nulidad matrimonial lo que junto a los rumores de que la reina mantiene una relación amorosa con el conde de Candespina hace que decida encarcelar a Urraca en la fortaleza de El Castellar y dirija su ejército contra todas aquellas plazas castellanas que se habían posicionado a favor de Urraca. Tomó Palencia, Burgos, Osma, Orense, Toledo donde depuso al arzobispo, y Sahagún donde depuso al abad del monasterio donde se había refugiado Urraca.

El Conde de Candespina junto al conde Pedro de Lara logra liberar a la reina que busca refugio en la fortaleza de Candespina, ubicada en Fresno de Cantespino, Segovia.

Segunda etapa (1111 – 1114)

El Rey entonces decidió plantar cara a la situación y lo hizo en la batalla del Campo de la Espina o Candespina (26 de octubre de 1111), en la cual salió victorioso gracias al apoyo militar que recibió de la hermanastra y del cuñado de Urraca, los condes de Portugal Teresa y Enrique y en la que halló la muerte el gran aliado y posiblemente amante de la reina el conde de Candespina. Sin embargo la entrada de Alfonso en Toledo, cuya cesión pretendían Teresa y Enrique, hizo que Enrique intentase un pacto con Urraca pero la animadversión que se tenían las hermanastras hizo que finalmente Urraca se reconciliase con su marido Alfonso obligando a los condes de Portugal a retirarse a sus dominios.

La reconciliación matrimonial vuelve a quebrarse cuando Urraca se entrevista con la nobleza gallega y acepta que su hijo Alfonso sea proclamado rey de Galicia. La coronación se lleva a cabo en Santiago de Compostela el 17 de septiembre de 1111 y provocará las iras de Alfonso I de Aragón y nuevos enfrentamientos entre los soberanos a lo largo del año 1112 destacando los que tuvieron como escenarios a ciudades como Astorga y Carrión de los Condes y que terminarían con una nueva tregua que habría de romperse al año siguiente en Burgos, cuando la reina apoyada por las tropas del obispo de Santiago de Compostela, Diego Gelmírez sitió la ciudad. Alfonso decide entonces abandonar sus aspiraciones territoriales sobre los reinos de su esposa y, basándose en los argumentos que utilizaron los que desde un primer momento querían declarar nulo su matrimonio, repudiar a Urraca, hecho que se hizo efectivo en un concilio que se celebró en Palencia en 1114.

Tercera etapa

La retirada de Alfonso I no supondrá la desaparición de los conflictos ya que estos se desplazan nuevamente a Galicia donde, en 1115, el conde de Traba, Pedro Fróilaz, y el obispo de Santiago de Compostela, Diego Gelmírez, intentan aumentar la autonomía del hijo la reina, Alfonso, como rey independiente de Galicia. La reina decide entonces apartar a su hijo Alfonso Raimúndez de la influencia de su tutor para lo cual se dirige al frente de su ejército a Santiago cercando la ciudad. Gélmirez y el conde de Traba deciden entonces pactar con Urraca y mientras se entrevistan con ella la población se amotina y en la revuelta popular Urraca fue rodeada, golpeada y en un barrizal fue desnudada, humillada y vejada y hasta se dice que alguien que estaba allí le tiró un piedra que le dio en la cara saltándole varios dientes y muelas. Tras huir, la reina sitió la ciudad hasta su rendición sometiéndola posteriormente a un fuerte represión.

En 1117 Urraca consolidó la relación con los partidarios de su hijo firmando el Pacto del Tambre en el que reconocía la legitimidad del infante Alfonso para sucederla en el trono, sin embargo la paz sólo se prolongó hasta 1120 cuando nuevamente se enfrentó al conde de Traba con el que sin embargo tuvo que volver a pactar en 1121 debido a la invasión que desde el condado Portucalense encabezó su hermanastra Teresa y que repelió cruzando el río Miño y venciéndola en Lanhoso consiguiendo que ésta le reconociese como soberana.

Los últimos años del reinado de Urraca son poco conocidos por la falta de documentos claros. De su estudio se desprende que no cesó la guerra civil hasta su muerte en el año 1126, ocurrida en el castillo de Saldaña (Palencia), por las secuelas del difícil parto de Fernán Pérez Furtado, fruto de la relación amorosa con Don Pedro González de Lara, llamado "el hurtado" (Furtado) porque no tuvo legado alguno ni de padre ni de madre. Ese mismo año, su hijo Alfonso llegado de Galicia sería coronado también como rey de León, que sería conocido tradicionalmente con el nombre de Alfonso VII de León y Castilla, más tarde apodado el Emperador.

Su cuerpo se encuentra enterrado en la capilla Mayor de la Catedral de Palencia.

Bibliografía

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