Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

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Finales de abril, primera semana de mayo. Proyección del documental "MONTE HORQUERA" de FERNANDO PENCO, galardonado en diversos Festivales internacionales (Italia, India, Holanda etc,)
Lunes 11 de Mayo. Conferencia de MANUEL VACAS." LA GUERRA CIVIL EN EL NORTE DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.LAS BATALLAS DE POZOBLANCO Y PEÑARROYA- VALSEQUILLO". (Presenta Antonio BARRAGÁN).Todos los actos en la Sede del Ateneo.

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Prerrenacimiento

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Se denomina Prerrenacimiento a una época coyuntural y estética que constituye la transición entre la Edad Media y el Renacimiento, particularmente en España.

Período histórico

Dicha época abarca en el reino de Castilla los reinados de Juan II (1405 - 1454), gran protector de las letras y las artes, Enrique IV, etapa que supuso en cierta manera un parón, y los Reyes Católicos Isabel y Fernando. En el reino de Aragón, por otra parte, se vive una transición similar con Alfonso V de Aragón (1416 - 1458), aunque este impulso inicial fue sin embargo agotado por la mayor brillantez del Renacimiento castellano.

Características generales del período

El Prerrenacimiento es una época coyuntural o de transición entre la Edad Media y los nuevos aires del Renacimiento; en este siglo la burguesía creció mucho económicamente y demandó más poder político, lo que creó gran inestabilidad; la monarquía, enfrentada siempre a la nobleza, procuró consolidar un estado cada vez más absolutista reforzando instituciones como la Inquisición o la Santa Hermandad y unificando las Órdenes militares. Los reyes recurrieron al patriciado urbano a los conversos para crear una nueva clase que les pudiese ayudar contra los nobles. En España y también en toda Europa hubo grandes epidemias de Peste Negra que, aproximadamente, mataron a un tercio de la población. Durante esta época convive un incipiente Humanismo con la Escolástica medieval, hay una primera ola de italianismo en las Artes y la Literatura, se emprenden numerosas traducciones y vulgarizaciones de textos grecolatinos y se abre paso una concepción antropocéntrica, más positiva e idealizada de la realidad, en consecuencia, la muerte pasó de ser un trance liberador, a ser un paso doloroso y traumático. La imprenta, por otra parte, multiplica los libros y con ellos la curiosidad y la sed de saber. Se empiezan a escribir textos importantes en Idioma castellano ennobleciendo la lengua romance, pero todavía tiene amplio curso el latín.

Pre-renacimiento en la Literatura española

En el campo de las letras representan esta primera apertura de la Edad Media a los nuevos aires del Renacimiento:

  • En la Lírica destacan dos corrientes:
    • La Escuela alegórico-dantesca, representada por:
  • El micer Francisco Imperial,
  • Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, que intenta introducir el petrarquismo del soneto italianizante),
  • Diego de Burgos, su secretario y criado del anterior y poeta también,
  • Juan de Mena, que introduce con su Laberinto de Fortuna el gran poema alegórico a la manera de Dante Alighieri y compone su Omero romançado o Sumas de la Ilíada de Homero (h.1442-1444), prosificación en 36 capítulos de la Ilias -versión latina de la Ilíada-, por encargo de Juan II.
    • Dentro de la lírica cancioneril, destacan como prerrenacentistas:
  • Gómez Manrique
  • Jorge Manrique.
  • En el terreno de la Prosa, son ya humanistas:
    • Alfonso de Cartagena,
    • Alfonso de Palencia
    • Enrique de Villena, que prosificó y glosó la Divina Commedia de Dante (1427) y la Eneida (h. 1428) de Virgilio para el Marqués de Santillana.
    • Alfonso Martínez de Toledo da cabida a la lengua de la calle en sus textos
    • Los biógrafos Fernán Pérez de Guzmán y Hernando del Pulgar entre otros muchos confieren gran importancia al hombre y a sus méritos sobre la tierra siguiendo el modelo de Plutarco, utilizando ya una prosa nítida y equilibrada sin excesivos cultismos.
    • La Celestina de Fernando de Rojas viene a ser la culminación de este periodo de prosa prerrenacentista, todavía con afectaciones latinizantes, sin embargo, frente a la limpia prosa y verso ya equilibrados, castizos y plenamente renacentistas de, por ejemplo, Hernando del Pulgar o Jorge Manrique.
    • Garci Rodríguez de Montalvo y su Amadís de Gaula (1508), el primer y mejor de los libros de caballerías, viene a revitalizar el arquetipo medieval del caballero.
    • Diego de Sampedro, con su novela sentimental Cárcel de amor (1492), lleva a su culminación y a su fin el amor cortés medieval.
  • En el Teatro destacan escritores como:
    • Juan de Fermoselle, más conocido como Juan del Encina, también gran poeta,
    • Gil Vicente, dramaturgo portugués destacado por sus obras en castellano y reconocido como compartidor con Juan del Encina de la paternidad del teatro español.

Influencias literarias de Prerrenacimiento español

Políticamente empieza a configurarse y emerge ya con los Reyes Católicos la monarquía absoluta; la mentalidad filosófica (que como forma mentis es todavía escolástica), deja ya traslucir tendencias innovadoras, tanteando nuevas ciencias, a veces utopías, a veces raras especulaciones, en forma de rebeliones que toman la forma, más que de razonada filosofía, de preferencias o confusas reacciones sentimentales. Asoma la pasión filológica del Humanismo y los temas mitológicos.

Los escritores que influenciaron con su obra este movimiento provenían de la Italia de primer Renacimiento:

El colosal espíritu de Dante, su mensaje intemporal, no fue entendido ni asimilado por los grandes poetas españoles del XV, pese a imitarlo todos. Los poetas del Cancionero de Baena, que conocen a Dante, toman de él lo más superficial (Villasandino, Ferrán Manuel de Lando o Gonzalo Martínez de Medina). El marqués de Santillana representa algo muy distinto. Lo que le atrae y emociona de Dante es la vestidura exterior del poeta, que es lo que trata de adaptar en sus propias concepciones, donde la imitación dantesca es fehaciente y sobradamente conocida. Juan de Mena es un alma más dantesca, más afín al genio fuerte, al poeta del vasto fresco. Por ello, compone un verdadero poema nacional. Diego de Burgos, Gómez Manrique, Pedro de Escavias, Jerónimo de Artes, Pero Gillén de Segovia, hasta el Arte de la poesía castellana de Juan del Encina (1498) siguen a Dante, sin olvidar a sus dos traductores que cierran la Edad Media, Pedro Fernández de Villegas y Hernando Díaz, con una versión hoy perdida.

Santillana cita también a Cino da Pistoia y otros autores del Dolce stil nuovo.

Petrarca llega traído por los brotes del humanismo. Ha sido coronado en el Capitolio y así lo recuerdan Santillana y Juan Rodríguez del Padrón en la Cadira del honor. Pedro Martín, en sus Seis Sermones de romances, no contento con exaltarle junto a los filósofos, le coloca con los Santos Padres. Alonso Fernández de Madrigal, el fecundo Tostado, lo recuerda, por haber elogiado la vida solitaria, en el opúsculo De como al ome es necesario amar y en su Comento de las chrónicas de Eusebio. Por este tiempo, un anónimo que Farinelli identifica con Pero Díaz de Toledo extrae de De Vita Solitaria una bella colección de sentencias (Flores e Sentencias de la Vida de Soledumbre). El arzobispo burgalés Alonso de Cartagena utiliza también el famoso tratado petrarquesco para las glosas de su versión de De Providentia de Séneca (Cinco libros de Séneca, Sevilla 1491). Vuelven a Petrarca, al tocar el tema de la fortuna, tan típico del siglo, el agustino fray Martín Alonso de Córdoba con su Compendio de la Fortuna. De Petrarca se leen más los Triunfos, más acordes con el gusto por la alegoría medieval, que el Canzoniere. Si Dante es aprehendido sólo en lo más superficial de su capa alegórica y hay que aguardar también a la renovación poética de Garcilaso de la Vega para que sea saboreado el Petrarca del Cancionero. Boccaccio tampoco es conocido en el siglo XV como prosista y para sus admiradores cuatrocentistas españoles era un sabio erudito, tratadista de cosas graves, de los hombres y las mujeres ilustres, de los dioses paganos, «de los montes, rios e selvas», como dice su anónimo traductor. Todos lo proclaman gran poeta; se le tiene no por unidad, sino como repertorio medieval enciclopédico y moral. De casibus virorum, que ya al final de su vida (antes de 1407) traducía el canciller Pero López de Ayala (Caída de Príncipes) y completaba el arzobispo de Burgos en 1422. De nuevo aparecía el tema de la fortuna. Su eco resonaría en otros autores: Pero Díaz de Toledo, el bachiller de la Torre, Diego de Valera. «Ni el mismo Dante, ni el mismo Petrarca tuvieron en España más lectores y admiradores que Boccaccio» (Menéndez Pelayo). Pareja admiración despertó su De claris mulieribus, que desata toda la literatura pro y antifeminista del tiempo. Sus obras mitológicas, la Genealogía de los dioses paganos escrita en latín, es también muy citada. De los libros menores en lengua vulgar, Fiammetta es recordada en la Comedieta de Ponza. Había dos versiones manuscritas en El Escorial, siendo impresa la traducción en Sevilla (1497). Toda la novela sentimental (Diego de San Pedro, Juan de Flores) la recuerda. También Il Filocolo, La Teseida, Il Filostrato y los dos Ninfale los poseyó Santillana y fueron aprovechados para sus decires narrativos. El Decamerón, no ajeno a los escritores españoles del s. xv, no fue tan de su agrado como las otras obras, quizá por su falta de sentido moral. Sólo en la segunda mitad del XVI se empezaría a explotar el tesoro narrativo del Decamerón por Torquemada en su Jardín de flores curiosas, tan leído por Miguel de Cervantes, y Joan Timoneda en su Patrañuelo.

Véase también

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